1408

DIRECCIÓN: Mikael Håfström
TÍTULO ORIGINAL: 1408 (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Matt Greenberg, Scott Alexander, Larry Karaszewski, basado en el relato homónimo de Stephen King
FOTOGRAFÍA: Benoît Delhomme
MÚSICA: Gabriel Yared
DURACIÓN: 104 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Si algo puede reprochársele a 1408 o a su director, el sueco Mikael Håfström, es haber alargado un poco más de lo necesario la historia originalmente escrita por Stephen King, y sobreproducir secuencias que podrían haberse resuelto con muchos menos elementos.

Parte del libro de relatos Todo es eventual, publicado en 2003, 1408 nos presenta a Mike Enslin (John Cusack), un prometedor escritor que ha abandonado su ambición como narrador para escribir guías turísticas sobre lugares malditos, hoteles y posadas embrujadas. Como escéptico, su labor generalmente consiste en desacreditar los supuestos fenómenos paranormales de los lugares que visita y exponerlo así en sus reseñas.

A punto de terminar un nuevo libro, una postal sin remitente aparece en su casilla de correo advirtiéndole sobre la existencia de la habitación 1408 en el Hotel Dolphin, de Nueva York. Concreto, sin datos que conjeturen sobre presencias o fenómenos extraños, el dato atrae a Enslin, quien de inmediato se encuentra con la resistencia del gerente Olin (Samuel L. Jackson), quien intenta disuadirlo de hospedarse específicamente en el cuarto.

No parece haber en la leyenda del lugar algo que permita establecer la existencia de algo sobrenatural. Cincuenta y seis muertes violentas explicadas por evidencia objetiva no arredran al escritor en lo más mínimo, así que armado sólo con una grabadora de mano se registra para pasar una noche en la que espera terminar con lo que supone un mito más alimentado por la superstición.

La primera hora de la película es sensacional. Cusack permanece en pantalla durante casi todo el filme, pero es en este tramo en el que se le ve luchando por refutar algo ciertamente elusivo, invisible y casi podría decirse que inexistente, a no ser por los hechos casuales que comienzan a concatenarse en la habitación hasta convertirse en un sospechoso patrón. Es decir, no hay nada que carezca de explicación razonable: ventanas que se cierran con violencia, un aparato de radio que se enciende solo, agua hirviente que sale con violencia de una llave equivocada, una cerradura que no funciona.

Hasta este punto, el filme de Håfström recuerda a un viejo episodio de Dimensión desconocida, en el que todo termina en una gran paradoja. Enslin es el perfecto obstinado que ha de sufrir por su cinismo ante la vida; Olin, el oscuro heraldo de la muerte que al final revelará su misión de escarmentar al intelectual soberbio.

No obstante, la segunda mitad de 1408 adquiere un cariz distinto. El desafío a la inteligencia del escritor trasciende las barreras de lo físico y la batalla comienza a librarse en su mente. De un plumazo, queda eliminada la ambigüedad inicial que permite pensar en que todo lo que ahí pasa es fortuito o que alguien actúa con la consigna de atemorizarlo.

Enslin es víctima de escenas delirantes que en un primer término ponen al descubierto una lucha con sus demonios internos y con un pasado sumamente doloroso. Sin embargo, las manifestaciones empiezan a dispararse hasta el terreno de lo absurdo y lo inexplicable, al grado en que el espectador puede decidir ya no seguir el hilo de la trama y abandonarse simplemente a contemplar las ilusiones desbocadas en pantalla.

Es entendible que cada director aporte en la adaptación de una obra literaria con el fin de hacerla más atractiva, accesible o abarcadora en su traducción cinematográfica. En este caso, la excesiva y sobrecargada recreación del infierno personal de Enslin lleva al realizador a alargar el largometraje hasta volverlo cansado. El suspenso se rompe para convertirse en simple reacción a la espectacularidad.

No sé si Mikael Håfström resuelve la historia tan bien como podría, pero al menos resulta muy sólida en su primer tramo para merecer una recomendación. John Cusack es otro buen motivo para elogiar el producto entero; su desempeño es notable, carga por completo con la película y es creíble en su papel. En síntesis, una cinta que estará a la altura de las mejores adaptaciones a obras de Stephen King.

 
 
 
 

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