88 MINUTOS

DIRECCIÓN: Jon Avnet
TÍTULO ORIGINAL: 88 minutes (2007)
PAÍS: Estados Unidos, Alemania, Canadá
GUION: Gary Scott Thompson
FOTOGRAFÍA: Denis Lenoir
MÚSICA: Edward Shearmur
DURACIÓN: 108 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Hasta el momento de escribir estas líneas, no alcanzo a comprender muy bien la irritación que ha generado 88 minutos entre los críticos, básicamente porque creo que los juicios han sido en exceso crueles.

En la cinta, Al Pacino interpreta a Jack Gramm, un profesor universitario que trabaja también como psiquiatra forense para el FBI y quien recibe una amenaza de muerte la misma mañana en que ha de ser ejecutado un criminal serial contra el cual rindió testimonio médico años atrás (Neal McDonough). Una voz al teléfono le anuncia que tiene 88 minutos de vida, pero no es lo único. Al mismo tiempo, dos personas aparecen asesinadas por quien parece ser un imitador del sujeto que se encuentra en el pabellón de la muerte.

Qué le vamos a hacer, tengo que estar de acuerdo con quienes afirman que la película tiene demasiadas trampas que uno puede detectar enseguida. El guion echa mano de recursos usados con éxito en otras muchas cintas, de modo que en la misma historia veremos un asesino serial de esos a los que les da por la creatividad a la hora de ejecutar a sus víctimas, atracciones fatales que comprometen la integridad del protagonista, sospechas que involucran hasta a su gente más cercana, y otros más.

El guion es ciertamente caprichoso; elabora situaciones a modo para elevar la tensión de la película aunque poco tengan que ver con la realidad, como el sentenciado que ofrece una entrevista en televisión nacional minutos antes de recibir la inyección letal. Pero lo atractiva que puede resultar 88 minutos comienza a venirse abajo a los 44, cuando, sin imaginación para sostener la vaga idea de que el hombre en prisión es inocente, el camino que tomará la trama empieza a ser demasiado telegrafiado.

Es decir, encuentro los mismos errores que quienes han despedazado el filme; soy capaz de ver que toda la intriga que aquí se desarrolla tiene su origen en la negligencia —quizás debería decir insensatez, estupidez o falta de sentido común— del protagonista para simplemente denunciar ante la policía las amenazas de las que es objeto, máxime si trabaja con el FBI. Vaya, de hecho sólo hay que ver a Neal McDonough para saber que no es inocente...

La cosa es que no encontré suficientes razones para odiarla tan apasionadamente. Me pareció quizás no algo para incluir entre lo rescatable del año, pero sí suficientemente funcional para merecer su oportunidad como entretenimiento televisivo. Si hubiera que decantarse por alguna cinta para considerar entre lo peor de Al Pacino, yo me quedaría con Dos por el dinero, su anterior trabajo.

 
 
 
 
 
  

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