Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Muy cercana, aunque con diferencias marcadas respecto de El proyecto de la bruja de Blair (Myrick y Sánchez, 1999), Actividad paranormal se presenta a sí misma como un documento inédito, un registro en video de hechos reales, captados por personas comunes mediante equipos caseros.

La historia, por demás sencilla, se ocupa de Katie y Micah, una pareja radicada en San Diego que decide colocar una cámara de video en su habitación y mantenerla encendida durante la noche, con el fin de registrar lo que ocurre mientras ambos duermen. Una presencia sobrenatural que parece seguir a Katie desde los ocho años ha reaparecido y la actividad se ha vuelto mucho más intensa de un tiempo a la fecha, aunque Micah prefiere mantenerse escéptico y documentar si algo está ocurriendo realmente.

Realizada con apenas 15 mil dólares, desprovista casi por completo de efectos digitales y echando mano sólo de ruidos y algunas sombras, la cinta activa un mecanismo instintivo que pone al patio de butacas en un estado de alerta permanente a partir de simplemente sugerir que hay alguien o algo moviéndose en la oscuridad de la casa.

El director Oren Peli administra bien los recursos con los que cuenta y logra que el estado de tensión aumente gradualmente, manteniendo hasta muy avanzada la película la ambigüedad sobre la naturaleza del fenómeno y sin ceder a la tentación de satisfacer al público con una explicación de lo que ha visto.

Actividad paranormal encuentra su problema en dos o tres aspectos. La relación entre los protagonistas se siente poco natural por más que se pretenda mostrarlos en una dinámica cotidiana de pareja; queda la impresión de que estamos frente a un guion demasiado elaborado en sus diálogos, en contraste con lo modesto que resulta el resto del montaje. Hay por lo menos una secuencia relacionada con una tabla de ouija, que además de innecesaria y obvia, evidencia cierta tendencia a caer en el efectismo, lo que también es visible en la escena final a la que le sobran segundos.

El uso del falso documental lleva el filme más allá de una mera representación de la realidad para confundirse con ésta; eso le permite traer a la superficie los miedos más primitivos a los que se pueda invocar. El formato, sin embargo, empieza a acusar cierto agotamiento y en el corto plazo dejará de tener un efecto tan contundente sobre la percepción del público. Es un hecho que al menos por ahora, el resultado sigue siendo bueno, que Actividad paranormal tiene lo suficiente para inquietar y hacer pasar un mal rato a quien quiere regresar al origen del terror.