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AMOR XTREMO

DIRECCIÓN: Chava Cartas
TÍTULO ORIGINAL: Amor Xtremo (2006)
PAÍS: México
GUIÓN: Carolina Rivera, Carlos Sariñana
FOTOGRAFÍA: Beto Casillas
MÚSICA: Alejandro Cuevas, Alejandro Sánchez
DURACIÓN: 102 minutos

 
       

Héctor Campio López | @campiolopez

Amor Xtremo es una de esas películas que confirman el estancamiento y pequeñez de gran parte del cine mexicano reciente. Hablo de un cine que intenta ser complaciente para los grandes públicos y acaba siendo pueril, sin valor artístico, plagado de obviedades y sólo útil en la medida que puede decirles a los estudiantes de cine cómo no hacer una película.

Se trata del primer largometraje de Chava Cartas, fotógrafo del director Fernando Sariñana en Ciudades Oscuras (2002). La referencia no está de más, ya que en primera, Sariñana es productor de la película y en segunda, Cartas hace un intento desafortunado por imitar su cine. Las distancias entre uno y otro son abismales.

Habrá a quien no le guste el trabajo de Sariñana (por sus temas o el tratamiento que hace de ellos; porque es bobalicón o porque es muy comercial), pero lo que está fuera de discusión es que es un cine con personalidad propia, cuidado, dirigido a públicos bien identificados y con una fórmula que le garantiza buenos ingresos en taquilla.

A primera vista Amor Xtremo intentó seguir ese camino no sólo en el guión (escrito por Carolina Rivera y Carlos Sariñana), sino también recurriendo a los personajes típicos (chicas atractivas que en algún momento se enamoran y acuestan con chicos galanes), la música (de Cartel de Santa y similares), la moraleja romántica-optimista (el que no se cae es porque no se sube) y el artificioso estilo de los videoclips. Pero los ingredientes cuajan mal porque no se sabe qué hacer con ellos.

Patricio (Daniel Martínez) es un mecánico que vio sus mejores días como corredor de motocicletas. Un accidente lo tiene traumado y desde entonces no practica el motocross. Su hermanastro (Aarón Díaz) lo incita a participar en una competencia en Las Vegas. Las circunstancias los llevan a ambos en camioneta hacia ese reto, que supone la realización máxima de los mejores en ese deporte.

Los incidentes en el camino repiten machaconamente la moraleja una y otra vez. Los diálogos en esencia son los mismos, sólo que ubicados en distintos lugares (el interior de la camioneta, un hotel, un bar). El letargo al mirar y escuchar lo mismo es inevitable.

Pero hay más. Si se eligió el motocross como indispensable para contar esta historia, cuando menos debió haberse puesto más empeño al filmar las escenas en las cinco o seis carreras que se dan en toda la película. Además de estar saturadas de música que no hace diferencia entre una competencia y otra, se fotografiaron sin imaginación, con una cámara fija que no dice mucho de lo emocionante que supongo debe de ser el motocross. Vemos más bien a Aarón Díaz rebotando graciosamente en tomas aceleradas (dignas de una película de Valentín Trujillo) sobre unas colinas de arena, mientras Ximena Sariñana le lanza porras.

Sin otro clímax visible en la pantalla más que el de Irán Castillo en un hotel de Zacatecas, Amor Xtremo vaticina un aburrimiento extremo en la butaca. Es una lástima para Plutarco Haza que interpreta un simpático, pero desaprovechado villano. Está claro que si se quiere competir con un cine extranjero, habrá que hacerlo primero con calidad.

 
 
 
 
       

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