AMOR EN JUEGO

DIRECCIÓN: Peter Farrelly, Bobby Farrelly
TÍTULO ORIGINAL: Fever Pitch (2005)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Lowell Ganz, Babaloo Mandel; basado en la novela de Nick Hornby
FOTOGRAFÍA: Matthew F. Leonetti
MÚSICA: Craig Armstrong
DURACIÓN: 103 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Si bien Peter y Bobby Farrelly ganaron notoriedad dirigiendo películas como Una pareja de idiotas o Loco por Mary, en las que el humor es detonado por lo escatológico y la estulticia —eso sí, sin llegar nunca al insultante mal gusto de American Pie—, también han demostrado que pueden hacer cosas un poco más mesuradas y reflexivas, por decirlo así.

Sin que ello implique una sobrevaloración de su trabajo, los hermanos Farrelly han conseguido dos modestos éxitos en ese sentido: el primero es Amor ciego (2001), protagonizada por Jack Black y Gwyneth Paltrow; el segundo es Amor en juego, estrenada durante el otoño de 2005.

Basada en una novela del inglés Nick Hornby —la cual retrata el extremo fanatismo de un hombre por el equipo del Arsenal de la Liga Premier de Inglaterra— la historia se traslada a los Estados Unidos, donde su protagonista, Ben Wrightman (Jimmy Fallon) es un profesor de matemáticas inteligente, simpático y bueno con los niños.

Para Lindsey (Drew Barrymore), una adicta al trabajo acostumbrada a relacionarse con sujetos de su mismo ambiente, no resulta difícil enamorarse del tipo, quien sólo parece tener un pequeño defecto: es un apasionado de los Medias Rojas de Boston y pese a sus treintaitantos años su departamento parece la habitación de un adolescente, llena de carteles de beisbolistas, pelotas, souvenirs, memorabilia, un juego de cama, cortinas e incluso calzones de los Red Sox. El problema en realidad resulta ser bastante menor, pero sólo hasta marzo, cuando las Grandes Ligas salen de su receso y los entrenamientos de primavera comienzan.

Pese a que Jimmy Fallon ya tenía un par de trabajos anteriores, un rol secundario con Woody Allen y luego un insípido protagónico en Taxi, Amor en juego es, una oportunidad inmejorable para mostrarse como actor de comedia, fuera de la televisión.

Los puntos débiles del filme están tanto en la poca profundidad de la trama —nunca sabemos, por ejemplo, a qué se dedica el personaje de Lindsey— como en el final que resulta flojísimo, amén de que los roles secundarios no lucen en lo mínimo, pues la historia no se ocupa mayormente de sus historias. En lo que hace al resto, la cinta es una comedia romántica convencional, pero entretenida. Drew Barrymore ya había mostrado que puede verse bien con Adam Sandler y Ben Stiller, y la fórmula se repite sin ningún problema con Fallon.

Como colofón, el proyecto tuvo la gran fortuna de que en octubre de 2004, mientras aún se rodaba la cinta, los Medias Rojas rompieran la maldición de 68 años sin ganar la Serie Mundial.

 
 
 
 
  

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