AMORES ASESINOS

DIRECCIÓN: Todd Robinson
TÍTULO ORIGINAL: Lonely Hearts (2006)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Todd Robinson
FOTOGRAFIA: Peter Levy
MÚSICA: Mychael Danna
DURACIÓN: 108 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Como homenaje a una época del cine y a un género como el noir, Amores asesinos no alcanza tanto. Sin embargo, hay que reconocerle que se trata de la mejor adaptación para cine del célebre caso de la pareja de amantes asesinos, conocidos como los Lonely Hearts Killers, formada por el vividor Raymond Fernandez y la enfermera Martha Beck, a quienes se atribuye el asesinato de al menos 17 mujeres, a fines de los años cuarenta.

Con el antecedente en los años setenta de The Honeymoon Killers, de Leonard Kastle, en México, la historia también fue contada en 1996, en Profundo Carmesí, de Arturo Ripstein, una cinta en la que los patéticos protagonistas eran interpretados por Daniel Gimenez Cacho y la enorme Regina Orozco.

El director de esta nueva versión, Todd Robinson, ofrece un elemento que invita por lo menos a su revisión. No sólo sigue la larga cadena de crímenes de esta pareja sin entrar en demasiados detalles y abreviando hasta dar la visión general con apenas tres o cuatro casos; Robinson desdobla el guion y traza paralelamente la investigación realizada por dos agentes de la Policía de Nueva York, Charlie Hildebrandt (James Gandolfini), y Elmer Robinson (John Travolta), su abuelo, a quien por cierto dedica la película.

Insisto, Amores asesinos no necesita del recuento puntual de los homicidios para mostrar el infecto mundo interior de sus protagonistas. La fragilidad de sus víctimas (responsabilidad puesta en buen grupo de actrices secundarias) permite entender el contexto en que se daban, en primer término, las estafas de Ray Fernandez y, más tarde, los asesinatos a manos de los amantes que se hacían pasar por hermanos.

Viudas jóvenes y maduras de la Segunda Guerra Mundial buscaban rehacer su vida, muchas veces colocando anuncios en las secciones de corazones solitarios. Los cheques que el gobierno norteamericano les entregaba y su calidad de propietarias únicas de valiosas posesiones, las hacía atractivas, pero también las volvía vulnerables a un hombre galante que les procuraba afecto.

Decir que el amargo y atormentado Travolta y James Gandolfini son lo mejor de la película, no tiene nada de revelador. Otra es la situación de la mexicana Salma Hayek, quien muestra que además de su habilidad para las relaciones públicas, también puede actuar, aunque sus interpretaciones no dejan de estar condenadas a ser olvidadas en el corto plazo.

Se sabe que Martha Beck era en realidad una mujer de 115 kilos. No obstante el enorme contraste, Hayek proyecta la esencia que hacía de esta mujer un ser tan inmundo para sus jueces públicos: más que enfermera, era una enferma celosa que se hacía pasar por hermana del latin lover, al grado de dormir en ocasiones con las víctimas para evitar que su hombre tuviera relaciones sexuales con ellas.

Robinson comete quizá sólo una falta realmente notable al elaborar el retrato de su abuelo, al insertar una subtrama que expone su imposibilidad de superar el duelo e involucrarse sentimentalmente con una desperdiciada Laura Dern, sin que esto aporte algo realmente al conjunto.

En términos generales, Amores asesinos supera —ni modo, hay que reconocerlo— las nulas expectativas que sobre ella existían. Lo paradójico de esta historia es que los criminales de tantas mujeres hayan recibido sentencia por sólo uno de los casos y que al final en la boca de todos quede el sabor amargo de una justicia incompleta. Evítese sentirse robado por las superproducciones de verano y métase en una historia bien ambientada que le provocará genuinos sobresaltos.

 
 
 
 
       

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