ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO

DIRECCIÓN: Sidney Lumet
TÍTULO ORIGINAL: Before the Devil knows you're Dead (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Kelly Masterson
FOTOGRAFÍA: Ron Fortunato
MÚSICA: Carter Burwell
DURACIÓN: 123 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Con un título que parafrasea un viejo brindis irlandés (Ojalá puedas pasar en el cielo media hora antes que el Diablo sepa que has muerto), estamos ante uno de esos filmes que pese a los nuevos recursos de que echa mano, tiene el sabor de las obras clásicas en las que el destino da su cara más grotesca y la fatalidad lo corroe todo.

Obra de un hombre de 83 años, Antes que el Diablo sepa que has muerto recuerda en sus elementos narrativos al último trabajo de Woody Allen, en el que dos hermanos se ven orillados a cometer un crimen. En ésta, Andy (Philip Seymour Hoffman), quien trabaja en el negocio de las bienes raíces y a quien sus pecados y adicciones lo han puesto en una situación complicada, convence a Hank (Ethan Hawke), atrapado en un mal trabajo que no le permite cumplir con el pago de la pensión a su ex esposa e hija, de llevar a cabo un atraco que los saque a ambos de sus apuros.

Sus padres han sido, por años, dueños de una joyería en Wetchester, Nueva York; ambos conocen cómo opera el negocio en cada uno de sus movimientos, así que piensan en un golpe limpio, sin víctimas, en el que sólo la compañía de seguros resulte afectada. Deciden, pues, robar a sus padres. Sin embargo, la maquinaria del destino se pone en funcionamiento para echarlo todo a perder.

Como la más grande negación de aquel dicho de que un perro viejo es incapaz de aprender trucos nuevos, el veterano director, autor de Tarde de perros (1975) y Sérpico (1973), comienza a contarnos la historia a partir del asalto para después avanzar y retroceder, mostrando el ángulo de testigo de cada personaje. Lumet no sólo complementa la visión del hecho trágico, sino que a través de los saltos temporales dibuja de cuerpo entero las distintas personalidades.

Como en los viejos textos bíblicos, el hermano mayor está dispuesto a sacrificar al pusilánime benjamín, a quien la vida siempre le fue más fácil. Para Andy, robar a unos padres y a una familia de cuya felicidad siempre se sintió excluido, es robar a un grupo de ajenos al que nada lo liga. Tarde o temprano, empero, Dios aparecerá iracundo a hacer su justicia...

El fuerte dilema moral que plantea agredir a los de su propia sangre, va tomando tintes distintos. No es el sentimiento de culpa el que cerca a los hermanos, sino los errores que ambos cometen al intentar cubrir sus huellas mientras se lanzan en retirada. La conciencia de su propia miseria viene una vez que todas las salidas se han cerrado y que el dinero se ha quedado tan lejos.

Curiosamente, nadie invoca a Dios, probablemente porque todos se saben condenados. Aspiran acaso a estar en el cielo media hora antes que el Diablo sepa que han muerto... treinta minutos, aunque después venga el infierno.

 
 
 
 
  

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