Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Poseedora de una crudeza perturbadora y una violencia misógina raras veces retratada tan abiertamente, la más reciente cinta de Michael Winterbottom, El asesino dentro de mí, ofrece, más allá de cualquier juicio moral que se intente sobre ella, una historia inquietante sobre sociopatía y amoralidad.
Con un guion basado en la novela homónima de 1952, el filme se ubica en una comunidad semirrural de Texas de mediados del siglo pasado, donde Lou Ford (Casey Affleck), un tipo de trato amable y ayudante del sheriff, se va dejando dominar por sus pulsiones violentas, lo mismo en la relación con su novia formal (Kate Hudson), que con una prostituta local con la que se involucra (Jessica Alba).
Amén de un excepcional trabajo de ambientación y una narración en primera persona que desvela la lógica torcida con la cual funciona la mente criminal del protagonista, el relato toma, merced a algunos errores de juicio del propio Ford, giros interesantes que lo vuelven una pieza nada desdeñable de cine negro con un personaje central tan cínico y enfermo como encantador.
No obstante, como es usual en la industria estadounidense, marcadamente puritana, la amoralidad o los comportamientos criminales sin castigo ni arrepentimiento, chocan de frente con el esquema de pensamiento asumido por la mayoría. De tal manera, el guion de John Curran recurre a sembrar en la infancia de Lou la semilla de su personalidad cruel y por tanto a trivializar todo lo demás.
Casey Affleck luce en su papel como el sujeto frío que narra sus delitos tomando distancia de ellos, que desfigura a una mujer a puñetazos con un desdén escalofriante mientras le promete que todo va a acabar pronto. Inconsistencias aparte, sin embargo (específicamente en lo que hace a la investigación policiaca que se desarrolla durante la cinta), el desenlace sabe a poco y deja la sensación de que el guion no ha sabido estar a la altura de su mejor personaje.
Si haber visto la anterior adaptación de El asesino dentro de mí, dirigida en 1976 por Burt Kennedy, lo menos que puede decirse de esta nueva versión es que se trata de un filme desasosegante, con numerosas secuencias de gran carga sexual y un discurso totalmente vacío de referencias a valores o referencias al amor, por lo que queda sólo la brutalidad.
Aunque cierta frustración se impone al final, es un hecho que esta cinta ha obligado a varios a abandonar su zona de confort; que todos (actores y director) toman riesgos y que asumen el mayor de ellos que es retar la tolerancia de su público. Sólo por eso, valdría la pena asomarse a ella. |