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Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Estrenada apenas en un puñado de países, mientras que en Estados Unidos fue enviada directo a DVD, Asesino íntimo, de John Polson, parece desperdiciar las posibilidades de una trama mucho más interesante de lo que parece y confundir el laconismo con un ritmo desganado y lento.
En la historia, Russell Crowe interpreta a Lieutenant Cristofuoro, un detective a punto del retiro, cuyas investigaciones conducen a la detención y condena de un asesino menor de edad, Eric Poole (Jon Foster), quien está a punto de recibir el beneficio de la libertad al alcanzar la mayoría de edad. El policía sabe que el joven ha cometido más crímenes de aquellos por los que fue a prisión y, más aún, sabe que volverá a matar.
La extraña celebridad que adquiere el muchacho, provoca que Lori (Sophie Traub), una chica de 16 años aparentemente sin futuro, sienta fascinación por él y decida acompañarlo, casi en calidad de polizón, en el viaje que supuestamente emprenderá para buscar universidades. Lo que sigue, le dará la razón a uno de los dos; Poole probará que se ha reformado o el detective demostrará que asesinar es una necesidad para él.
Para llegar a la respuesta, Polson toma un largo y cansado camino. La pretención parece ser la construcción de pasajes melancólicos en los que los personajes luchan consigo mismos, pero el filme se torna reiterativo y el punto climático no parece tampoco asomar. El detective Cristofuoro, es un estereotipo en varios sentidos, pero al menos Russell Crowe sabe imprimirle cierto aire de agotamiento y derrota a su personaje, además de vestirlo con trajes baratos y un bigote pasado de moda, sin importar si al final su actuación queda desplazada a un plano secundario.
Los jóvenes protagónicos, en cambio, carecen de peso necesario para hacer que la película trascienda más allá de los horarios de madrugada en algún canal de cable. Asténica, sin grandes momentos y apenas un desempeño decente de Crowe, la película justifica el ninguneo del que ha sido objeto. |
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