EL AVISPÓN VERDE

DIRECCIÓN: Michel Gondry<
TÍTULO ORIGINAL: The Green Hornet (2010)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Seth Rogen, Evan Goldberg; basado en los personajes creados por George W. Trendle
FOTOGRAFÍA: John Schwartzman
MÚSICA: James Newton Howard
DURACIÓN: 108 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Producto para algunos nostálgicos de la serie televisiva de los sesenta que en realidad sólo duró dos temporadas, El Avispón Verde carece de todo propósito. Por un lado, no consigue hacer mucho más interesantes los personajes interpretados por Van Williams y Bruce Lee, y por otro, renuncia a intentar una parodia inteligente, apostando todo a la acción frenética de su último tercio.

Más que actualizar una historia que en su momento quería subvertir los clichés del género de superhéroes, con un justiciero que actuaba desde la ilegalidad para infiltrarse entre los delincuentes a los cuales combatía en realidad, la cinta de Michel Gondry muestra más interés en montar una comedia de acción, la cual encuentra apenas algunos buenos momentos en la relación de pareja dispareja de sus protagonistas.

Alejado del tono sombrío que caracterizaba la historia original, aquí Britt Reid (Seth Rogen) es el frívolo heredero de un importante propietario de medios, quien encuentra su vocación de paladín de la justicia durante una noche de vandalismo con su empleado, el chino Kato (Jay Chou) que, además de hábil artemarcialista, es un experto en tecnología. Sin embargo, ante la falta de ideas para dotar la trama de mayor complejidad, el guion se agota en la reiteración de gags.

Extrañamente, a diferencia del serial televisivo que en su tiempo establecía una marcada diferencia con Batman en su tratamiento sobrio de la lucha del bien contra el mal, sin villanos coloridos o pintorescos, la película de Gondry tiene como mente criminal a un histriónico Chudnofsky (Christoph Waltz), quien vive preocupado por no infundir suficiente miedo a sus rivales.

Pero los modestos aciertos, sobre todo en lo que hace a los efectos visuales y algunas secuencias muy logradas que combinan slow motion y tiempo congelado, no logran sacar adelante un producto que en su último tramo simplemente entra en el ritmo de un videojuego, desarrollado a una velocidad demencial y en el que el único sentido es la destrucción sin sentido de una ciudad por una memoria USB con características casi mágicas (cualquiera que haya usado una computadora puede advertir el absurdo).

El resto de los miembros del elenco, entre quienes destacan —al menos como nombres— Cameron Diaz y Edward James Olmos, tienen apenas papeles presenciales. Pero a quién le importa, para fortuna de todos la cinta será indistinguible en breve tiempo y se perderá entre los cientos de títulos que ocupan las mesas de remates y que incluso como entretenimiento resultan cuestionables.

 
 
 
 
  

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