BOURNE: EL ULTIMÁTUM

DIRECCIÓN: Paul Greengrass
TÍTULO ORIGINAL: The Bourne Ultimatum (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Tony Gilroy, Scott Z. Burns, George Nolfi; basados en la novela de Robert Ludlum
FOTOGRAFÍA: Oliver Wood
MÚSICA: John Powell
DURACIÓN: 111 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La trilogía Bourne ha llegado a su fin con una película que deja una impresión doble. Bourne: el ultimátum es una cinta de furiosa acción hombre a hombre, sin artefactos ni mecanismos de alta tecnología, entretenida y con estupendo ritmo; pero también se trata de un trabajo que no deja marca.

De nueva cuenta nos enfrentamos a un cine con una realización técnica impecable, lleno de recursos visuales para una historia de espionaje cosmopolita de los nuevos tiempos, que combina las secuencias de vertiginosa acción con la introspección de su personaje central, quien, como muchos héroes modernos, ha encontrado credibilidad en su propia vulnerabilidad.

Pero la velocidad y el frenesí sólo ayudan a retardar la conclusión inevitable del espectador: detrás de Bourne: el ultimátum no hay historia que justifique el serial de muertes y el imparable correteo del protagonista por calles de Londres, Madrid, Tánger y Nueva York. Al hacer el recuento, Jason Bourne, el asesino amnésico al servicio de la CIA que apareciera flotando a la deriva en el Mar Mediterráneo, sigue en busca del secreto que ha perseguido en los filmes anteriores: las piezas que forman su pasado.

En este episodio, Bourne (Matt Damon) obtiene su primera pista de un reportaje periodístico en el que se refiere la existencia de una operación secreta de la CIA, denominada Blackbriar, y en la cual se le menciona. Noah Vosen (David Strathairn), el nuevo director y cerebro de esta operación se ve obligado a tomar medidas extremas que implican la eliminación de todos aquellos que pudieran revelar el más mínimo dato de este proyecto altamente confidencial, así que el espía tiene que ir armando su rompecabezas personal, mientras huye de la muerte.

Paul Greengrass vuelve a las secuencias cámara en mano que acentúan la intensidad y dan personalidad a las persecuciones y los enfrentamientos sin restarle claridad a las escenas. El reparto secundario enfrenta con dignidad sus líneas y añade gravedad a un guion al que le falta una trama más sólida, mientras que Matt Damon muestra eficientemente la cara opuesta del reposado y cerebral agente de la CIA que interpretó en El buen pastor.

No obstante, Bourne: el ultimátum ofrece una lectura un tanto peregrina acerca de las instituciones, para los tiempos que hoy corren. Las vilezas perpetradas por los órganos de seguridad del Estado son iniciativa de elementos sin ética que penetran el sistema y actúan a espaldas de los mandos y de sus ciudadanos, mientras que los hombres y mujeres con principios se imponen sólo con su autoridad moral, que parece darles una fuerza e inteligencia superior.

Entretenida y trepidante, conducida por un director que sabe bien qué hacer con la cámara y con el presupuesto, el capítulo final de esta serie basada en las novelas de Robert Ludlum cumple con su cometido durante los 111 minutos de proyección, pero carece de algo que recientemente mostró Casino Royale: alma.

Y es que aun cuando nos enteremos del nombre real de Jason Bourne y de otros aspectos de su origen, éste no deja nunca de ser la maquina asesina que creó la CIA. No hay rasgos de humanidad en él ni identificación posible del público con un personaje gélido que nunca, en verdad nunca, se quiebra.

 
 
 
 

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