CAMINO

DIRECCIÓN: Javier Fesser
TÍTULO ORIGINAL: Camino (2008)
PAÍS: España
GUION: Javier Fesser
FOTOGRAFIA: Alex Catalán
MÚSICA: Rafael Arnau
DURACIÓN: 138 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

En los últimos minutos de Camino, tercer largometraje del español Javier Fesser, la pequeña de once años que da nombre a la cinta agoniza tras una larga y dolorosa enfermedad. El Opus Dei, guía espiritual de la familia, espera agazapado la muerte de la niña, seguro de que las frases que logra elaborar son una prueba inequívoca de su santidad... Cuando la preciosa muñeca dice con su último aliento "yo nunca hubiera imaginado un final tan bonito", es imposible no sonreír.

Contra todo lo que pudiera parecer, Fesser elabora un drama increíblemente bello, lleno de personajes de los cuales es imposible no enamorarse, pero de una crudeza que apabulla por lo claro de su crítica a la religión institucionalizada y los administradores disfrazados de pastores de almas.

Parcialmente inspirado en el caso de Alexia González-Barros, una joven de Madrid cuya beatificación es empujada por el Opus Dei, el personaje de Camino (Nerea Camacho, impresionante) intenta aproximarse al mundo ingenuo e ilusionado de una niña que empieza a abrir los ojos a la vida, a descubrir el amor, y al mismo tiempo a tratar de conciliar todo ello con un ambiente familiar que le pide dar dolor y sufrimiento como ofrenda a Dios.

La crítica del director, sin embargo, está dirigida a los hijos de puta con sotana que filosofan sobre el dolor y el sufrimiento mientras se untan la barriga y se llenan la boca con los billetes de las viudas; que predican sobre renuncia pero se apropian sin pudor del estipendio de familias que les conceden obediencia incondicional y aun se atreven a cuestionar su fe en Dios.

La tenebra que envuelve a esta "prelatura personal" —lo que ha generado incluso su clasificación y estudio dentro del campo de las sectas destructivas— es representada a través de Nuria (Manuela Vellés), la hermana mayor de Camino, quien es doblegada hasta el punto de ver sus apegos y sus afectos como algo antinatural. Lo mismo pasa con Gloria (Carmen Elías), la madre impelida por los sacerdotes a regocijarse en el sufrimiento y la degradación de la pequeña, como si Dios fuera un monstruo que reclamara sacrificios de sangre (Mateo 9:13).

La historia sería sencillamente un relato amargo si los protagonistas no fueran un cúmulo de gente buena, con voluntad y entereza, cuyas miradas y gestos parecen hablar de un conflicto interno entre sus deseos y sus convicciones. Lo sería sin esas notables secuencias sacadas del mundo infantil de Camino en las que se imagina su diálogo con el personaje de un cuento para niños pequeñitos, en las que habla con su amiga Begoña y aquellas en las que se imagina a sí misma siendo parte de la historia de la Cenicienta...

Camino no pretende plantear un debate sobre la fe, tanto como sobre los príncipes de la Iglesia, que hablan de Jesús, pero nunca del evangelio.

 
 
 
 
 
       

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