LA CIENCIA DEL SUEÑO

DIRECCIÓN: Michel Gondry
TÍTULO ORIGINAL: La science des rêves (2006)
PAÍS: Francia
GUION: Michel Gondry
FOTOGRAFIA: Jean-Louis Bompoint
MÚSICA: Jean-Michel Bernard
DURACIÓN: 105 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La ciencia del sueño, tercera película del director francés Michel Gondry guarda cierto parecido con su anterior trabajo, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. En ambas hay un oscuro deseo de irse del mundo porque hay demasiado dolor en él; eliminar las vivencias o escapar a un mundo idealizado son las soluciones que cada una se plantea.

Sin embargo, ni la propuesta visual ni el guion de esta segunda cinta tienen la fuerza de aquella.

Stéphane (Gael García Bernal), su personaje principal, es un joven artista gráfico, incompleto como ser humano, con una vida interna aparentemente rica, pero tan pobre en la realidad que ha preferido ver su existencia como un programa de televisión experimental, rehusándose a crecer aun cuando esto significa mantenerse en una pugna continua con la realidad.

Incapaz de distinguir por momentos entre sus sueños hechos de cartón, tela y celofán, y la realidad, Stéphane va mostrándose como un niño lamentable, autocompasivo e inaguantable conforme se le va conociendo. No obstante, Gondry tiene el atino de colocar a su alrededor a personas que con sus propias rarezas resultan tanto o más interesantes. Stéphanie (Charlotte Gainsbourg), por ejemplo, es una chica francesa algo tímida, que no parece muy bonita cuando se le ve al lado de sus amigas, pero cuya sensibilidad la distinguen completamente de la fauna humana; siempre con los pies en la tierra, es capaz de abstraerse del mundo, pero sabe bien en qué momento hay que abandonar los sueños para salir a trabajar y ganarse la vida.

Mucho se ha hecho énfasis en el trabajo del realizador francés como un notable director de videoclips. Sin la solidez que caracterizaba al guion de su primer largometraje, Gondry se queda en el nivel de fabricante de viñetas hermosas que ilustran las fantasías oníricas de su personaje, sin darnos un poco de cinta adhesiva que permita unirlas a la historia endeble que plantea y que permita ir más allá de la galería de imágenes de un videoclip.

Ahí está el gran faltante de La ciencia del sueño. No existe el elemento que justifique la prolongación de los delirios visuales en la medida en que no establece vínculos con lo tangible o lo cotidiano. El conjunto es un producto difícilmente asimilable; sorprendente, pero insatisfactorio como experiencia fílmica.

Protagonizada por Jim Carrey y Kate Winslet en 2004, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos tenía una complejidad narrativa que encontraba su equilibrio en una eficiente propuesta visual, sencilla y a la vez imaginativa. Aquí estamos ante un relato líneal con transiciones demasiado toscas entre la vigilia y el sueño. Las cosas que hacen y dicen sus personajes no hablan mucho de ellos, no los definen; ni siquiera sus sueños permiten hacer un mejor retrato de quiénes son.

Usar conceptos pretendidamente profundos como el de una realidad decadente que obliga a evadirse de ella, resulta cursi a estas alturas como justificación para montar un infructífero performance fílmico. Infortunadamente, este experimento no emociona ni conmociona. El saldo es mínimo.

 
 
 
 
       

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