Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

En el cine de Fernando Eimbcke, parece no ocurrir nada. Hay un mundo inabarcable, lleno de historias y de personas; sin embargo, el director mexicano sigue a dos o tres de ellas y en la habitación de una casa o de un hotel las descubre. Ahí, en los momentos de tedio, rodeados de ninguna espectacularidad, lo poco se vuelve mucho.

En Club sándwich, su tercera película, Paloma (María Renée Prudencio) pasa unas vacaciones con Héctor, su hijo de 15 años (Lucio Giménez Cacho), en un hotel prácticamente vacío por temporada baja. Si bien los diálogos entre los personajes son desganados, producto del desgaste de lo cotidiano, la relación de amor entre ellos se ha vuelto sumamente estrecha a falta del padre (o de la pareja, en el caso de ella). Hay una vieja complicidad en sus juegos y dinámicas, pero para él ha llegado el tiempo.

Uno de esos tantos días llega al hotel Jazmín (Danae Reynaud), una chica de 16 años que llega a ocupar totalmente la atención del muchacho, quien ya quiere crecer y quien la mamá le empieza a importunar.

Alguien decía que Eimbcke suele hablar del dolor de crecer y de los enigmas adolescentes. Pero en esta historia, Héctor no es el único que enfrenta esa revoltura de sentimientos. El personaje de Paloma se esfuerza en ponerle aplomo al asunto, pero tampoco sabe muy bien cómo resolver el duelo por la maduración (que es pérdida) de su pequeño hijo.

Eimbcke crea secuencias en las que los elementos se repiten para subrayar la separación: los juegos de “piedra papel o tijera” para determinar quién usa la regadera primero, las llamadas al room service para cenar un club sándwich y los incómodos momentos en que él aparece sentado en medio de las dos mujeres, dividido porque sólo quiere estar con una y debe lealtad a la otra.

Paloma, en todo caso es la más frágil de estos dos seres. Por años, su mundo ha sido su hijo y ha llegado también para ella el momento de enfrentar sus soledades y entender su amor de una nueva manera. En la placidez del descanso, en los nuevos giros de las conversaciones entre madre e hijo pasan muchas cosas.