COLOSIO: EL ASESINATO

DIRECCIÓN: Carlos Bolado
TÍTULO ORIGINAL: Colosio: El asesinato (2012)
PAÍS: México
GUION: Carlos Bolado, Hugo Rodríguez
FOTOGRAFÍA: Andrés León Becker
MÚSICA: Pascual Reyes
DURACIÓN: 100 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Ficción basada en hechos reales —al fin y al cabo ficción—, Colosio. El asesinato está lejos de ser la película incómoda que se asegura es. En realidad, ni el director ni su coguionista se proponen desentrañar las razones detrás del crimen contra el malogrado candidato presidencial del PRI, generar una duda extra o darle un giro novedoso a la historia.

La cinta se agota en mostrar a personajes que se mueven en la tenebra, que representan al sistema priista corrupto que gobernó al país por 71 años y que al momento de escribir este texto está a punto de volver a Los Pinos. Superficial en sus aportaciones a la construcción de la verdad histórica, no hay nada en el guion que no sea vox populi; los grandes huecos se llenan con especulaciones y villanos de cartón negro que escupen frases perversas ("la gente creerá lo que tenga que creerse"). Todo, para alimentar uno de los grandes mitos que mejor acogida ha tenido en el imaginario colectivo mexicano después del Chupacabras: el crimen de Estado, el segundo tirador, los muchos Aburtos...

Este pretendido thriller político falla no sólo por su falta de real suspenso, sino por lo plano de sus personajes. Indistinguibles, excepto porque al final encajan en algún rol político de la época, estamos ante meras representaciones arbitrarias o, en el mejor de los casos, parodias de figuras públicas reales (Nando Estevané, por ejemplo, hace su interpretación cómica de Carlos Salinas de Gortari).

Colosio: El asesinato no logra constituirse en un cuestionamiento frontal de la versión oficial del asesinato del político sonorense. Más bien, se trata de un melodrama blando que se inserta en el contexto de una intriga política que, si bien fue real, es abaratada por frases como "todo el mundo sabe" o "todos dicen". De ahí que se validen y se perpetúen mitos como que el discurso de Colosio en el Monumento a la Revolución significó una ruptura con el régimen (no importa si Ernesto Zedillo usó en varias ocasiones las mismas "subversivas" ideas de este priista embellecido por la muerte).

La cinta de Carlos Bolado tiene una vocación electoral inocultable; desea influir, tener un peso en los comicios de julio próximo, igual que lo hizo en su momento La Ley de Herodes (Luis Estrada, 1999), un trabajo de otros tiempos en el que bastaba un puñado de caricaturas de los arquetipos de la familia revolucionaria para enviar un mensaje político poderoso.

En Colosio, los personajes están tan pobremente perfilados que pueden entrar y salir de escena sin generar mayor interés en lo que hacen, sin que averigüemos nunca cuál es el objeto de inventar una trama con una investigación paralela del crimen. La cinta se ahoga irremediablemente en su ceremoniosidad, sin aportar lecturas nuevas, sin emocionar.

 
 
 
 
 
       

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