Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Comida S.A., ópera prima del productor y director televisivo Robert Kenner, no es un documental que pretenda satanizar la comida rápida para postular los beneficios de una alimentación sana o revelar alguna conspiración de las grandes empresas de alimentos para estimular el consumo irresponsable. Lo primero y más importante que hace este trabajo es no pontificar y centrarse en explicar e ilustrar cómo ha cambiado la lógica en la producción de comida en las últimas décadas y cómo esto ha impactado a agricultores, criadores de ganado y consumidores en general.
La cinta tiene dos ejes fundamentales. El primero parte de una pregunta provocadora, pero pertinente. Si una compañía puede producir un mayor volumen de alimentos, en cada vez menos tiempo, en menos espacio y a un costo muy razonable, ¿qué tiene eso de malo?
Para entenderlo, Kenner echa mano de abundante material captado en granjas y rastros de Estados Unidos, entrevista a agricultores y criadores que hoy trabajan para grandes corporaciones y recibe valiosa ayuda de Eric Schlosser y Michael Pollan, dos periodistas especialistas en el tema, quienes nos permiten entender los enormes riesgos de la producción masiva y la búsqueda por abaratar costos en los procesos.
El segundo eje tiene que ver con la ilusión de diversidad cuando se miran las frutas y verduras del supermercado o los estantes de la sección de alimentos; cerca de 47 mil diferentes productos, puestos ahí por apenas tres o cuatro compañías. Ahí es donde el documental se enfoca en la denuncia de numerosas prácticas antiéticas de los grandes corporativos para sacar del juego a los pequeños productores, comprar conciencias y obtener de las autoridades menos regulaciones.
Sin embargo, Comida S.A. no victimiza a los menos poderosos ni presenta un paisaje totalmente desolador en el que todos somos rehenes de las empresas grandes. Por supuesto, no cede a la tontería de sugerir que con sólo hacerles frente se logrará que acaten reglas que van contra sus utilidades.
Kenner desafía al espectador y le muestra el poder que tienen sus elecciones diarias a la hora de elegir qué alimentos comprar y consumir. Ilustra cómo una simple decisión de pagar un poco más por productos orgánicos puede hacer cambiar las políticas de una cadena de supermercados como Wal-Mart a la hora de surtir sus estantes. Los políticos honestos aparecen también, pero acompañando iniciativas de los ciudadanos, no como líderes infalibles que llegan a refundar la nación. El poder de uno y los pequeños cambios que hacen diferencia. de eso se trata esto. |