Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Pudiera pensarse que en el tono de la comedia romántica lo más interesante se hizo antes de mediados de los noventa. De hecho, en los últimos años el género se ha limitado a reproducir ciertas fórmulas y se ha prohibido ir más allá de un número limitado de recursos.
En muchos sentidos, Como si fuera la primera vez repite varias de esas recetas, pero no puede calificársele tajantemente como más de lo mismo. Esto, hay que agradecérselo en primera instancia al guionista, George Wing, quien sin exageraciones logra una historia muy entretenida, de un humor muy mesurado y, lo más importante, no insulta la inteligencia del público.
Henry Roth (Adam Sandler) es veterinario en un parque acuático en Hawai. El tipo es inteligente y simpático, y no tiene compromisos, lo que lo vuelve de algún modo atractivo para las turistas que van en busca de una aventura. Un buen día, sin embargo, aparece Lucy (Drew Barrymore), una de esas mujeres hermosas y sencillas que cambian la vida de los hombres, quien tiene una lesión cerebral que la ha incapacitado para recordar todo acontecimiento posterior al accidente en el que su cerebro se dañó irremediablemente . Lucy carece de memoria a corto plazo y cada noche, al irse a dormir, olvida todo lo sucedido durante el día, así que todas las mañanas son para ella 13 de octubre.
Si bien la cinta se ocupa en mostrar los esfuerzos de Henry por tratar de conquistar a la muchacha, haciendo que ella se enamore de él cada día, lo verdaderamente interesante del trabajo en el guion consiste en enseñar un poco del no muy feliz mundo familiar en el que padre y hermano viven, llevando todos los días una agotadora jornada que los obliga a repetir las mismas cosas día con día, aparentando que nada pasa.
Como si fuera la primera vez puede ser muchas cosas, pero representa un buen esfuerzo por salirse de lo convencional y apartarse de la comedia simple y bobalicona para adolescentes. Visualmente, la cinta es bella, la música se integra por momentos como elemento del relato —hay piezas de Bob Marley, los Beach Boys y Paul McCartney— y el cuadro de actores alrededor de la pareja protagónica vale verdaderamente la pena.
Este filme de Peter Segal —el segundo a la par con Adam Sandler, después de Locos de ira— sobrepasa el espíritu de la comedia romántica tradicional para entrar un poco en la parte menos feliz de sus personajes. Drew Barrymore está muy bien y encuentra química con Sandler quien logra dejar a un lado su peor faceta de cine desechable. |