Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Para el momento en que la historia de Cordero de Dios (Les Innocentes) se abre para nosotros, la Segunda Guerra Mundial ha terminado y el invierno ha comenzado en Polonia. Las primeras escenas muestran a huérfanos que juegan a las afueras del campamento de la Cruz Roja francesa, que atiende a los últimos heridos galos que quedan en aquel país.

Relativamente cerca de ahí, hay un convento de clausura, del cual llega una monja a pedir ayuda médica para una joven embarazada, aparentemente rechazada por su familia y acogida por las religiosas, que está a punto de dar a luz. A regañadientes, debido a que sólo está autorizada a atender a los combatientes franceses, una joven doctora comunista (Lou de Laâge) se arriesga a asistir el parto.

Lo que se desarrolla a continuación llega sin sorpresa para el espectador, que lo único que puede hacer es imaginar la brutalidad de lo descrito, a saber, que soldados del ejército ruso irrumpieron en el convento, quedándose varios días, durante los cuales abusaron de las monjas y las novicias, de las cuales siete resultaron embarazadas y están a punto de dar a luz.

Con Anne Fontaine en la dirección, el filme apunta a convertirse en una historia de solidaridad femenina, pero en un nivel más profundo trata de retratar el conflicto interno de este grupo de religiosas al verse a sí mismas como merecedoras de repudio por una maternidad no buscada y por sentir que han violado sus votos de castidad en lugar de mirarse compasivamente como víctimas de un ataque.

En cada una hay una toma de posición, pues no encuentran en sus plegarias el menor consuelo. El trauma las hace tener una mayor conciencia de su fe, la cual explican como esa seguridad que se experimenta en la niñez, cuando nuestro padre nos llevaba de la mano, haciéndonos sentir seguros, hasta que nos suelta y entonces nos sentimos perdidos, solos en la oscuridad, sin que nadie responda

Más aún, el resultado del evento las conduce al cuestionamiento más íntimo de su entrega total a Dios, de negarse a sí mismas para abrazar una vocación que se ha visto sacudida de la peor manera. Con algunos rasgos que recuerdan a De hombres y de dioses (Xavier Beauvois, 2010), otra cinta sobre la vida monástica, Cordero de Dios busca probar la afirmación de uno de sus personajes sobre cómo cuando la guerra termina para unos, el infierno empieza para otros.