COSMÓPOLIS

DIRECCIÓN: David Cronenberg
TÍTULO ORIGINAL: Cosmopolis (2012)
PAÍS: Canadá, Francia, Portugal, Italia
GUION: David Cronenberg; basado en la novela de Don DeLillo
MÚSICA: Howard Shore
FOTOGRAFÍA: Peter Suschitzky
DURACIÓN: 109 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Inerte, forzadamente profunda. Cosmópolis es un tedioso viaje de hora y media en limusina, con un joven y millonario inexpresivo, poderoso especulador de Wall Street que masculla frases atormentadas sobre el mundo y el sistema monetario, como si fuese un actor de teatro experimental en una jornada cultural altermundista.

Abrumadora en sus obviedades, la cinta de David Cronenberg sigue a Eric Packer (Robert Pattinson), un genio de las inversiones en los mercados financieros, quien no obstante que la ciudad se encuentra sitiada por la visita del presidente de Estados Unidos, decide por simple capricho atravesar Nueva York de lado a lado para cortarse el cabello con su peluquero de la infancia.

La riqueza y el poder del protagonista son establecidos una y otra vez, de distintas maneras. Packer no sólo anticipa y monitorea movimientos de los mercados desde las pantallas de cristal líquido de su limusina; hace impulsivas compras de arte, planea hacer espacio en su sala para montar un campo de tiro y se realiza todos los días un check up médico completo que incluye ultrasonido y examen exhaustivo de la próstata.

La insustancial trama se limita a la observación de una docena de personajes que suben al vehículo del distante y frío Packer, con quien sostienen filosóficos diálogos acerca de las contradicciones del feroz sistema capitalista que se come a sus hijos, analizadas con la impostada erudición de quien acaba de nacer al mundo. Los poderosos de esta aletargada narración ven las protestas antiglobalización como un acto contra el futuro, sin darse cuenta de que su voracidad los llevará al mismo abismo.

Desconozco si la novela homónima de Don DeLillo tiene ese mismo tono, pero en esta cinta todo es metáfora y al mismo tiempo demagogia; todo intenta ser una denuncia de la crisis, de un mundo feroz habitado por seres humanos descartables, de la decadencia del sistema, representada por una frase de Zbigniew Herbert acerca de que las ratas serán la nueva moneda de cambio de la economía mundial.

La ironía de esta película que se pretende profunda es que la mayor metáfora se encuentra escondida en el tacto rectal que el protagonista se practica a diario; el secreto de la sobrevivencia o del colapso financiero de una sociedad consiste en aceptar que tu próstata es asimétrica. No, gracias.

 
 
 
 
  

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