EL CUERVO: GUÍA PARA UN ASESINO

DIRECCIÓN: James McTeigue
TÍTULO ORIGINAL: The Raven (2012)
PAÍS: Estados Unidos, España, Hungría, Serbia
GUION: Ben Livingston, Hannah Shakespeare
FOTOGRAFÍA: Danny Ruhlmann
MÚSICA: Lucas Vidal
DURACIÓN: 110 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Poco o nada se sabe de los últimos seis o siete días de la vida de Edgar Allan Poe, particularmente del periodo que va de su salida de Richmond, Virginia, al momento en que fue encontrado delirante en las calles de Baltimore. Partiendo de ese último instante, El Cuervo. Guía para un asesino, cinta de James McTeigue convierte al escritor en el protagonista de un thriller que al final pretenderá explicar su muerte.

Es 1849 y en Baltimore comienza a darse una serie de asesinatos aparentemente inspirados en relatos escritos por Poe (John Cusack) como "El pozo y el péndulo" o "Los crímenes de la calle Morgue". El escritor, quien aparentemente pasa por un bache creativo, no sólo se ve obligado a participar en las investigaciones al ser considerado el principal sospechoso, sino que se vuelve juguete involuntario del responsable de los crímenes, quien va dejando pistas de su siguiente jugada.

La historia se vuelve una carrera contra el tiempo. Poe y el detective Fields (Luke Evans) intentan llegar al asesino antes de que éste perpetre otro delito. El misterio no deja de ser interesante, pero el ritmo va alejando al personaje principal del ser atormentado y consumido por el alcohol que fue, para convertirlo en una celebridad venida a menos que no alcanza a pagarse un trago en un bar, pero tiene proyectos de vida como para intentar consumar su plan de matrimonio con la Emily Hamilton (Alice Eve), una joven con la que mantiene un romance secreto.

Además de inconsistencias y anacronismos que puedan encontrarse en la cinta, los guionistas estiran la verosimilitud de ciertos momentos para imprimir mayor tensión a la trama. Livingston y Shakespeare vulgarizan al villano, porque lejos de revelárselo al público como un ser de crueldad detestable, lo reducen a su mínima expresión de fanático obsesionado que, en última instancia, se vuelve obstáculo entre el protagonista y el amor.

Sin escatimarle méritos como material de entretenimiento, El Cuervo falla en su dibujo de Edgar Allan Poe, sobrio y juicioso, más que abrumado por la melancolía. Tan mal perfilado resulta el protagonista, que antes de que llegue el final con su música de heavy metal, Julio Verne tiene que entrar como personaje de relleno.

 
 
 
 
  

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