DEADPOOL 2

DIRECCIÓN: David Leitch
TÍTULO ORIGINAL: Deadpool 2 (2018)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Rhett Reese, Paul Wernick, Ryan Reynolds
FOTOGRAFÍA: Jonathan Sela
MÚSICA: Tyler Bates
DURACIÓN: 119 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Para bien y para mal, Deadpool 2 es más de lo mismo que vimos hace dos años. Una comedia hilarante y abrasiva que se oculta tras la apariencia de una cinta de superhéroes en la que su personaje principal, Wade Wilson/Deadpool (Ryan Reynolds), es perfectamente consciente de su condición de personaje del universo Marvel, pero se niega a que la suya sea una historia como la del resto de los héroes, sobre quienes con frecuencia lanza comentarios hirientes.

La película conserva el espíritu subversivo de la original, siempre empujando los límites, llena de acción y de humor autorreferencial, aunque tarda un poco en arrancar y convertirse en una historia que no deja de recordar a Terminator 2, pues Deadpool se vuelve protector de un adolescente que es perseguido por Cable (Josh Brolin), un letal guerrero del futuro, mitad máquina, que ha viajado al presente a eliminarlo.

Esta vez, el reto parece mayúsculo, así que nuestro antihéroe decide no combatir solo, sino crear un equipo al que se unen personajes con poderes especiales (y otros francamente no tanto) como Domino (Zazie Beetz), Bedlam (Terry Crews), Vanisher (en una aparición de Brad Pitt que casi nadie nota) y varios otros que juntos aceptan adoptar el nombre de X-Force, aportándole una buena dosis de humor absurdo y tontorrón al filme.

Con Ryan Reynolds haciendo su contribución como coguionista, Deadpool 2 está a la altura de su antecesora, llena de gags y one-liners con referencias a películas, música y aspectos de la cultura popular que los millennials quizá no puedan apreciar, además de volver a hundir el cuchillo en el error que significó para el actor filmar Linterna Verde, mediante bromas de grueso trazo que han provocado que Warner Bros., le pida a Reynolds el anillo que usó en ese fracaso cinematográfico.

Así, este personaje de traje rojo, capaz de vulnerar todas las reglas y pervertir casi uno a uno los valores del héroe modélico, al igual que Ted (Seth MacFarlane, 2012) profana de alguna manera una esas figuras que la gente ama, volviéndola una suma de los defectos de los seres humanos y dándole un par de  virtudes: la autocrítica y una honestidad brutal.
 

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