EL ESPANTATIBURONES

DIRECCIÓN: Bibo Bergeron, Vicky Jenson, Rob Letterman
TÍTULO ORIGINAL: Shark Tale (2004)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Rob Letterman, Michael J. Wilson
MÚSICA: Jared Lee Gosselin, Hans Zimmer
DURACIÓN: 90 minutos

 

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Dígase lo que se diga respecto a éxitos de Disney como El Rey León, La Bella y la Bestia, Pocahontas, La Sirenita e incluso Buscando a Nemo (producida en sociedad con Pixar), Dreamworks consiguió que ir al cine a ver una película infantil sea una experiencia divertida y entretenida.

La clave está en introducir lenguaje, pequeños guiños y referentes que, sin romper con la lógica de la historia, sean identificables para niños y adultos, tal como sucedió con el fenómeno de Shrek .

El espantatiburones es justamente una referencia al mundo de la mafia, la extorsión y los cobros de cuentas retratadas en El Padrino, sólo que en este caso se trata de una mafia de tiburones, liderada por Don Lino, quien próximo a retirarse, comienza a preparar todo para dejarle su imperio a sus dos hijos, el duro Frankie y Lenny, quien además de mantenerse ajeno a ese bajo mundo marino, evita participar en actividades gangsteriles, es piadoso con los otros seres vivos del mar y se declara abiertamente vegetariano, lo cual escandaliza a todos a su alrededor.

Sin embargo, Frankie muere en un accidente, mientras trata de mostrar a su hermano cómo aterrorizar a los peces de un arrecife cercano. La confusión hace que un pequeño pez, Óscar, aparezca como el autor de la muerte, lo que lo convierte en un héroe y le gana el sobrenombre de El espantatiburones. El desconcierto se presenta como el momento oportuno para que Lenny desaparezca, fingiendo su propia muerte.

Sólo Lenny y Óscar conocen la verdad de la historia por lo que crean una complicidad que los favorecerá a ambos. De origen humilde y de desconocido empleado de un “autolavado” de ballenas, el pececillo escala a los niveles más altos, con fama y fortuna, lo que lo convierte en alguien a los ojos de los demás.

Predecible, como suelen ser algunas de estas fábulas, Óscar se degrada, pierde sus valores y sus afectos, en la misma medida en que acumula bienes materiales. A su alrededor no faltan los supuestos incondicionales que se dedican a medrar del nombre y la notoriedad de otros. Irremediablemente el fraude quedará al descubierto, sólo para dar paso el conflicto de Lenny, quien de hecho se disfraza (¿o se traviste?) de delfín, pintándose de azul y poniéndose un gazné al cuello, y cambiándose el nombre por el de Sebastián.

No han faltado los comentarios respecto a que El espantatiburones es el primer filme que aborda una temática gay para niños. Es probable, asumiendo que la historia de Lenny sea la metáfora de la homosexualidad de closet de un personaje que es discriminado por su propia familia.

Yo, sin embargo, quiero creer que este Espantatiburones se extiende a otros ámbitos sin dejar de ser un manifiesto en pos de la diversidad. Los niños difícilmente tomarán el hilo de la transexualidad; no obstante, si los realizadores lograron hacer pensar a alguien en los valores de la tolerancia y la convivencia, partiendo del derecho a la diferencia, es muy loable.

Si nada de eso ocurrió, tampoco importa, porque la hora y media que dura está película resulta muy disfrutable, incluso para quienes no son niños.

Quizás lo único latoso de la versión doblada para México es la necedad de las distribuidoras de recurrir a efímeras figuras televisivas como actores de doblaje, que no terminan por aportar mucho al filme —salvo las honrosas excepciones de Shrek y Monsters Inc.—. Sin el ánimo de hacer comparaciones chocantes, la verdad es que Arath de la Torre no resulta ser la mejor elección cuando en la versión estadounidense se tiene a Robert de Niro, Jack Black o Renee Zellweger, sólo por mencionar a algunos.

 
 
 
 
 
       

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