ENEMIGO INTERNO

DIRECCIÓN: Werner Herzog
TÍTULO ORIGINAL: Bad lieutenant: Port of call New Orleans (2009)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: William M. Finkelstein; basado en el guion de Victor Argo, Paul Calderon, Abel Ferrara y Zoë Lund para la película Bad lieutenant (1992)
FOTOGRAFIA: Peter Zeitlinger
MÚSICA: Mark Isham
DURACIÓN: 122 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Contra lo que pudiera asumirse, Enemigo interno está lejos de ser un remake de aquella cinta de 1992, conducida por Abel Ferrara y conocida en México como Corrupción judicial. Más allá de que el director alemán Werner Herzog asegure no haber visto nunca la película original, es obvio que su versión camina en un sentido diferente.

Su historia se ubica en la ciudad de Nueva Orleans en los días posteriores al paso del huracán Katrina. Terence McDonagh (Nicolas Cage), uno de los mejores agentes de la policía local, intenta resolver el asesinato de una familia de inmigrantes senegaleses a manos de un traficante de cocaína. Sin embargo, el realizador no pretende ir con los personajes en el seguimiento de la investigación criminal, sino en un descenso a los infiernos personales del protagonista.

McDonagh es en el más estricto sentido un antihéroe. Está del lado de la ley, pero sus pulsiones, su adicción al juego y a las drogas duras son más fuertes que su capacidad de trabajo, de modo que su faceta profesional comienza a verse ensuciada por los delirios y la sordidez de su estado de intoxicación. Sin excepción, sus prioridades están determinadas por la urgencia de una dosis o una deuda de apuestas.

El director no pretende hacer el retrato de una sociedad amoral, sino acompañar al teniente de su historia a la autodestrucción, permitiéndonos ver la escena no como simples espectadores, sino desde la perspectiva distorsionada de un Nicolas Cage histriónico, que mira sin extrañeza alguna decoraciones de iguanas vivas o que juzga necesario rematar a un mafioso cuya alma continúa bailando después de muerto.

Congruente, el relato no le permite a McDonagh una redención, aunque todo a su alrededor parezca conspirar en su favor e incluso las alucinaciones cedan para regalarle un momento de lucidez para resolver un caso. Es posible que ninguno otro de los personajes esté a la altura del corrupto teniente; los que no pecan de ingenuos, experimentan providenciales transformaciones de personalidad... Cuánto de esto es parte del delirium tremens de McDonagh, es difícil de saber, pero queda claro que en la visión de Herzog la gente no cambia, porque como dicen las escrituras, el perro siempre vuelve a su vómito y la puerca lavada a revolcarse en el lodo.

 
 
 
 
       

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