Héctor Campio López | @campiolopez

Entre mujeres es un drama ligero que trata, sin embargo, algunos temas emocionalmente interesantes. La ruptura amorosa, el proyecto de vida profesional, la enfermedad terminal, las angustias propias de la adolescencia y la relación madre e hija, entre otros asuntos, son abordados por el director Jonathan Kasdan sin espectacularidad y más bien con esa cadencia de esas series de televisión norteamericanas al estilo de Dawson's Creek y The O.C.

Lo anterior requiere de una disposición especial en el público para escuchar numerosos diálogos entre los personajes de la historia así como para observar secuencias que, musicalizadas, le dan a la historia cierta naturalidad y ritmo.

Meg Ryan figura en el reparto, pero no es ella quien interpreta al personaje central. A cargo de éste figura el actor Adam Brody, muy conocido precisamente por su protagónico en The O.C., y que en esta película juega el triple rol de oportuno ángel de la guarda, confidente y joven amigo de señora casada, para cada una de las mujeres con las que interactúa.

Carter, el personaje en cuestión, es un joven escritor que tras una ruptura amorosa busca evadir su dolor en otro lado. Se va a la casa de su abuela, una señora con demencia senil que, muy convenientemente, tiene dos vecinas interesantes: Sarah (Meg Ryan) y su hija adolescente Lucy (Kristen Stewart), que junto con el jefe de la casa y una molesta niña de nueve años que hace yoga, integran una familia más o menos normal.

A Carter, que viene escapando de una crisis emocional, le caen entonces los respectivos pesares de Sarah, enferma de cáncer; Lucy, adolescente resentida con su mamá y confundida por el amor; y Phyllis, la abuelita que sólo está esperando la muerte.

Así las cosas, todo se lleva al terreno de los diálogos, ocurran éstos en emotivos escenarios bajo la lluvia, en medio de un campo de futbol al cobijo de la noche o mientras se pasea al perrito.

No hay que esperar entonces una historia perturbadora. No hay siquiera sufrimiento devastador. Los actores cumplen con sus papeles sin mucho esfuerzo y el director narra con efectividad una historia sencilla que apela a cierta sensibilidad femenina. La cinta podría haberse desarrollado igual para la televisión.