EL ESTUDIANTE

DIRECCIÓN: Roberto Girault
TÍTULO ORIGINAL: El estudiante (2009)
PAÍS: México
GUION: Gastón Pavlovich, Roberto Girault
FOTOGRAFÍA: Gonzalo Amat
MÚSICA: Juan Manuel Langarica
DURACIÓN: 95 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

El estudiante, ópera prima de Roberto Girault, es una película que puede calificarse de guanajuatizante, en el más panista de los sentidos. Aunque se propone ser una pieza inspiracional, la cinta resulta una anacrónica mirada de las relaciones amorosas modernas, nostálgica de viejos pudores y de valores morales absolutos.

Su protagonista, Chano (Jorge Lavat), es un hombre de 70 años que en la última etapa de su vida decide inscribirse en la Universidad de Guanajuato para estudiar Literatura, tiempo durante el cual traba amistad con un grupo de jóvenes poco peculiares a los que ayuda a tener una visión diferente de lo tradicional.

Los personajes resultan demasiado unidimensionales. Excepción hecha del personaje central, el dibujo de ellos no muestra nada de su vida interior, familiar o comunitaria; son estudiantes pero podrían ser boy scouts sin que esto hiciera diferencia alguna. Vemos una o dos escenas de ellos en un salón o en las áreas comunes de la escuela pero su vida académica tampoco representa un tópico interesante.

Los jóvenes, según la visión de Girault son un saco de hormonas; los hombres son seres que sólo usan a las chicas como objeto de placer, y las mujeres sólo parecen aspirar a ser cuidadas-rescatadas-redimidas por hombres excepcionales. Los viejos, en cambio son un cliché de los grupos pro familia: no entienden términos "modernos", bailan sólo las calmadas y exhalan experiencia y sabiduría a cada frase; tienen para enseñar a los jóvenes, pero no hay nada que puedan aprender de ellos.

Es difícil rescatar a alguien por su desempeño actoral; Lavat hace lo que puede con un guion timorato, incapaz de correr riesgos, que prefiere acometer temas espinosos como el embarazo no deseado con una filosofía digna de Provida (ya vendrá alguien a hacerse cargo de ti y de tu hijo), pero que lo embellece todo insertando parrafadas de El Quijote.

Girault, antes productor de la olvidable Guadalupe (2006), acusa poca ambición detrás de la cámara y se ha conformado con una película ingenua, romántica y correcta para un público que seguramente la habría apreciado hace veinticinco años. La actitud positiva de sus personajes no inspira, pues nunca sabemos de dónde vienen, cuál es el motor de sus vidas, ni a dónde van.

El fin no parece ir más allá que un par de amores de juventud realizados y nada más. Poca cosa.

 
 
 
 
  

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