EL GRAN ENGAÑO

DIRECCIÓN: Michael Caleo
TÍTULO ORIGINAL: The Last Time (2006)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Michael Caleo
FOTOGRAFÍA: Tim Suhrstedt
MÚSICA: Randy Edelman
DURACIÓN: 96 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

A fuerza de ser honestos, desde Lo mejor de mi vida (My Life, 1993) Michael Keaton se había limitando a aparecer de manera irregular en filmes no siempre de gran calidad, realizando un trabajo competente, pero sin acometer con verdadera convicción sus papeles. Es una lástima que el buen actor que siempre ha sido y la madurez a la que ha llegado como tal se note de manera tan palmaria en una película entretenida, pero que no mereció siquiera el estreno en las salas de Estados Unidos, limitándose a un lanzamiento en DVD. Extrañamente, Sony Pictures ha decidido distribuirla en México para su exhibición.

Los fallos están básicamente en un guion que ofrece pocos elementos nuevos al intentar recrear la rabiosa competencia que suele generarse en el mundo de los negocios. Difícilmente las tramas de este tipo se dan fuera de Wall Street, de las oficinas de los corredores de bolsa, cuyas decisiones y movimientos implican trasferencias de millones de dólares.

El gran engaño (esta vez ni el título en español ni el original hacen sentido alguno) tiene como problema inicial ese; los conflictos no se dan a los niveles antes mencionados, sino que se ubican en un entorno diametralmente distinto: una compañía neoyorkina, en realidad de mediana importancia, denominada Bindview, con un equipo ridículo de ventas (apenas seis o siete personas) que es renovado cada tres meses cuando alguno de sus miembros no cumple la cuota de productividad exigida. Qué vende o qué servicios ofrece Bindview. Nadie logra adivinarlo, aunque sí se hace evidente que un tipo poco amigable, más bien misántropo, llamado Ted Riker (Keaton), hace posible con sus numerosas ventas la sustentabilidad de toda la división.

En medio de los cambios necesarios, la compañía trae de Ohio a Jamie Bashant (Brendan Fraser), un muy joven pero exitoso cerrador de negocios, quien se derrumba ante la falta de resultados, superado por las exigencias de la gran ciudad. Su optimismo inicial originado de la reciente mudanza y de su compromiso con una bellísima mujer llamada Belisa (Amber Valletta) se transforma en desesperación ante la posibilidad de perderlo todo.

No hay exactamente intriga en lo que sucede en pantalla, a no ser porque Riker y Belisa se atraen mutuamente e inician una relación a espaldas del cada vez más derrotado Jamie, quien simplemente no logra dar una, pese a la ayuda que Ted accede a darle.

El director y guionista Michael Caleo, a quien apenas pueden contársele un par de guiones para Los Soprano y Rescue Me, muestra poco oficio en su intención de afianzar la trama, reduciendo todo a las complicaciones propias de la relación clandestina que plantea. El final, que se ofrece como un total vuelco en la historia, puede funcionar en un argumento televisivo, pero incluso ahí ha sido visto más veces de las que Caleo cree.

La tripleta protagónica, sin embargo, trabaja estupendamente bien. Keaton logra hacer creíble la transformación del hombre pasivo agresivo, amargo y de poco tacto, que luego de ser tocado por una mujer deja salir de nuevo a su otro yo civilizado y educado. Brendan Fraser es toda una montaña rusa de emociones; del optimismo exultante, a la desdicha total y los pensamientos asesinos. Amber Valleta juega bien el papel de objeto del deseo que le toca, sin quedar reducida al ingrato rol de cuerpo vacío sin talento.

No es que El gran engaño sea una cinta que merezca ser considerada como trascendente, pero su nivel es bastante aceptable como para haber sido objeto de tal desdén en la Unión Americana. Trabajos auténticamente más espantosos hallan frecuentemente lugar en las carteleras por varias semanas. ¿Ésta por qué no?
 
 
 
 
       

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