GUERRA DE LOS MUNDOS

DIRECCIÓN: Steven Spielberg
TÍTULO ORIGINAL: War of the Worlds (2005)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: David Koepp, Josh Friedman, basados en la novela La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells
FOTOGRAFÍA: Janusz Kaminski
MÚSICA: John Williams
DURACIÓN: 117 minutos

 
       

Julio A. Quijano Flores

Malas noticias: Tom Cruise no salva al mundo y tampoco lo hace el ejército norteamericano. Por si fuera poco, el presidente de Estados Unidos nunca aparece en televisión para decirle a sus compatriotas que los marcianos resisten hasta los ataques nucleares, pero que él mismo se subirá en un avión y sacrificará su vida.

De hecho hasta media hora antes del final, La Guerra de los Mundos es una película defendible: apegada en lo esencial a la novela de H.G. Wells, espectacular en sus efectos especiales y demócrata liberal en sus lecturas políticas. Pero el último tramo se convierte en una mezcla entre E.T., El Día de la Independencia y Remi.

Steven Spielberg confiesa que la tentación fue muy grande pero que al final se abstuvo de destruir Manhattan o de filmar al presidente cavilando por la Sala Oval. En cambio, no tuvo la suficiente fuerza de voluntad para evitar el final feliz.

La película comienza con Ray Ferrier (Tom Cruise) descargando contenedores en el muelle de Nueva Jersey. Su jefe le pide que descargue otro más, pero Ray arranca su auto deportivo a toda velocidad, se pasa un alto, provoca un accidente y da una vuelta prohibida. Entonces, uno debe entender que es uno de esos anarquistas que tienen el refrigerador lleno de leche agria y el garage atestado de bujías.

Ray llega a su casa en un pequeño poblado en las afueras de la ciudad. Ahí lo espera su ex esposa para prestarle a sus hijos durante el fin de semana. Es decir, se trata de una familia disfuncional con un hijo adolescente güevón, Robbie (interpretado por Justin Chatwin), y una hermanita brillante, Rachel (interpretada por Dakota Fanning). Cualquier parecido con la famita disfuncional que protagoniza E.T. El Extraterrestre es, según Spielberg, una mera coincidencia. Su guionista, David Keopp, lo defiende: "No fue algo consciente, simplemente discutimos cuál era la mejor forma de contar la historia y así fuimos encontrando nuestros personajes".

Bueno, quizás es posible comer un puñado de palomitas y no decir que Spielberg se está repitiendo, sino que su filmografía siempre se ha impregnado de mensajes en favor de la familia. Además, la ex esposa apenas se va rumbo a su casa en Boston, cuando los extraterrestres llegan a Nueva Jersey.

Manejando gigantes trípodes mecánicos, estos extraterrestres desintegran humanos con haces de luz que dejan sin funcionar todos los aparatos eléctricos, desde televisores hasta baterías de autos. Ray Ferrier es uno de los primeros en descubrirlo, pero corre tan rápido que ningún rayo lo alcanza; llega a su casa, toma a sus dos hijos, se sube en una camioneta y ¡sorpresa!, es el único automóvil que funciona en todo el planeta Tierra. Bueno, quizás es posible sorber un poco de refresco y no decir que es estúpidamente inverosímil; después de todo, la ficción se alimenta a veces de lo inexplicable.

Entonces comienzan cuarenta minutos de huída constante hacia Boston, ya que Ray piensa que la madre de sus hijos sabrá cómo salvarlos de los extraterrestres. Dice Spielberg que es una innovación que este héroe sea un cobarde: "Siempre vemos al hombre haciendo todo lo posible por salvar a sus hijos, en cambio, aquí lo vemos corriendo hacia la madre porque él es inmaduro e irresponsable".

El director tiene tanta razón que en el camino Ray pierde al hijo mayor, quien, por cierto, resulta un joven de rasgos fascistas pues piensa que el ejército estadounidense es el remedio de todos los males del planeta. Cualquier parecido con George W. Bush es, según Tim Robbins, una lectura correcta de la película: "Hay diferentes niveles, se puede entender como una crítica hacia el gobierno, también se puede entender como que puedes conquistar al mundo, pero nunca lo dominaras por completo. Ésa es la tragedia de esta nación, es demócrata, libre y abierta, pero aun así se violan derechos". Robbins interpreta a Ogilvy, sobreviviente de una aldea con un plan suicida contra los marcianos.

Justo antes de llegar a la cabaña de Ogilvy, el hijo mayor de Ray decide unirse a un comando del ejército. El padre lo deja ir y luego mira con terror cómo las tropas son apaleadas peor que en Bahía de Cochinos.

Enseguida viene la media hora hollywoodense: ocurre un acto heroico de Tom Cruise en el que de paso se reivindica al ejercito estadounidense y cuando finalmente llegan a Boston, se abre la puerta de la casa de la madre y ocurre el milagro de la familia feliz. La mala noticia es que a esas alturas de la película, las palomitas y el refresco ya se acabaron.

Para fortuna del espectador, Spielberg respeta a Wells a la hora de derrotar a los marcianos, quienes mueren víctimas de una bacteria, es decir, la forma de vida más pequeña que existe en el Universo.

Herbert George Wells escribió a propósito de su novela: "Antes de condenar a los marcianos, debemos pensar que los seres humanos hemos exterminado no sólo especies animales enteras, sino también razas humanas como los Tazmanianos". Ésta fue la intención del escritor.

Spielberg dice sobre su película: "La ciencia ficción es un gran escape, son las vacaciones de un director. A mí me permite olvidar todo lo que tiene que ver con las reglas del universo. Para eso sirve la ciencia ficción". Ésa fue la intención de Spielberg.

Por eso, Wells nunca se podrá leer con palomitas y refrescos. En cambio, la película de Spielberg requeriría también de un chocolatito para acompañar el churro.
 
 
 
 

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