LAS HIJAS DE ABRIL

DIRECCIÓN: Michel Franco
TÍTULO ORIGINAL: Las hijas de Abril (2017)
PAÍS: México
GUION: Michel Franco
FOTOGRAFÍA: Yves Cape
DURACIÓN: 103 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Las relaciones familiares tienen idealmente componentes como la confianza, la solidaridad y la guía. No exentos de problemas, los lazos entre madre e hijas se tejen en un universo en el que parece haber territorios vedados a los hombres, donde lo sororal priva.

Las hijas de Abril, quinto largometraje del mexicano Michel Franco, parece apuntar en esa dirección. Sin narrar una historia que salga de lo ordinario, el realizador nos presenta a la treintona Clara (Joanna Larequi) y Valeria (Ana Valeria Becerril), su hermana de 17 años, quienes han tomando para sí una casa de playa en Puerto Vallarta que ha quedado después del divorcio de sus padres.

Su madre, Abril (Emma Suárez), irrumpe un buen día en la casa, ante la imposibilidad de ignorar que la más joven de ellas está embarazada y a punto de dar a luz. Además de sus muchos más años de experiencia, con una vida aparentemente feliz, equilibrada y sana, llega a apoyar la llegada de una bebé, que se vuelve inmanejable para la pareja de padres adolescentes.

Franco coloca sobre la experimentada actriz española el peso de su película, dotándola de una complejidad de la que el resto de sus personajes parece carecer. Abril no llega para ser guía de sus hijas y encaminarlas para que sigan solas; toma control de la escena y las reduce haciéndose cargo de todas las grandes decisiones.

Abril y Valeria se convierten en las protagonistas de un relato que las presenta en su faceta de mujeres, que aun cuando pertenecen a distintas generaciones, están más allá de cualquier juicio moral sobre el ejercicio de su sexualidad, pero a quienes el ejercicio de la maternidad las pone a prueba y las exhibe, a una en su ineptitud y a la otra en su censurable entendimiento de lo que es ser madre, atorada y mucho más miserable en su soledad de lo que pueda creerse.

La solidaridad femenina aparece aquí en su forma más retorcida; mientras se ayuda a la otra, se le anula, se le despoja porque en el fondo se codicia lo poco que posee, como si los vacíos inmensos se remediaran dejando a la otra también sin nada. Franco, director y guionista, no se propone hacer juicios morales de sus personajes, pero las actitudes de algunos de ellos golpean las entrañas y provocan un poco de asco.

 
 
 
 
       

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