EL HOMBRE LOBO

DIRECCIÓN: Joe Johnston
TÍTULO ORIGINAL: The Wolfman (2009)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Andrew Kevin Walker, David Self; basado en el guion de Curt Siodmak para El Hombre Lobo (1941)
FOTOGRAFÍA: Shelly Johnson
MÚSICA: Danny Elfman
DURACIÓN: 103 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Pensada como una actualización del clásico de 1941, dirigido por George Waggner, El hombre lobo se extiende a lo largo de 104 minutos de total solemnidad, excesiva lentitud por momentos y un pobre conflicto emocional del protagonista, que es justo de donde se esperaría que la bestia alimentara su furia homicida.

Larry Talbot (Benicio del Toro) es un célebre actor de teatro que se ve obligado a regresar al hogar paterno luego de enterarse de que su hermano fue salvajemente asesinado. La prometida de éste, Gwen Conliffe (Emily Blunt), le suplica no sólo volver para estar al lado de su padre Sir John (Anthony Hopkins) durante el funeral, sino para hacerse cargo de la investigación del crimen.

En su búsqueda, Talbot se enfrenta a la criatura responsable del ataque, pero al hacerlo también resulta infectado de esa extraña enfermedad que lo convierte en un licántropo durante las noches de luna llena y que en teoría lo lleva a descubrir los rincones más oscuros de su propia personalidad. Sólo en teoría.

Ambientada en la Inglaterra victoriana, la cinta avanza sin mayores sorpresas por caminos demasiado convencionales, sin profundizar en la psicología del hombre convertido en asesino por sus propios demonios, lo cual en principio parecía ser la gran baza de la película. Al fallar en este aspecto, el peso de la producción queda depositado casi totalmente en el departamento efectos especiales, que —vale decirlo— queda en franca deuda, dejando toda la película sin novedad.

Es notable la intención de los guionistas por revitalizar la historia, al incluir en ella al detective Abberline (Hugo Weaving), el jefe policiaco que condujo en 1888 las investigaciones de los asesinatos atribuídos a Jack el Destripador. Sin embargo, es poco lo que el material logra en cuanto a suspenso o tensión dramática, dejando para la anécdota el abúlico desempeño de Anthony Hopkins y una secuencia climática, casi ridícula, que pretende representar el enfrentamiento entre la bestia y su creador, y que resbala al nivel de una pelea de huskies pesimamente coreografiada.

Benicio del Toro y Emily Blunt hacen un trabajo decente en sus respectivos papeles; se muestran como seres atormentados por la fatalidad que parece marcarlos, pero el guion lejos de sustentar sus esfuerzos profundizando en alguna de las vertientes del relato, brinca sin definición entre una trama aceptable donde lo fantástico es un elemento secundario y otra que se pierde entre inútiles referencias a símbolos y misticismo pagano. Su desarrollo es atropellado y en esa indefinición El hombre lobo se convierte en un producto de rápido consumo y un innecesario homenaje a la cinta original.

 
 
 
 
  

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