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HOMBRES DE MENTES

DIRECCIÓN: Grant Heslov
TÍTULO ORIGINAL: The Men Who Atare at Goats (2009)
PAÍS: Estados Unidos, Reino Unido
GUION: Peter Straughan; basado en el libro de Jon Ronson
FOTOGRAFÍA: Robert Elswit
MÚSICA: Rolfe Kent
DURACIÓN: 94 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

En 1979, el ejército de Estados Unidos comenzó a trabajar en el entrenamiento de un un grupo de hombres de las Fuerzas Especiales. De los soldados se esperaba que adquirieran habilidades paranormales como la invisibilidad, la capacidad de atravesar paredes e incluso de matar cabras con sólo mirarlas fijamente. El asunto es más serio de lo que parece, porque los alcances de ese proyecto estarían teniendo su aplicación, por ejemplo, en las torturas a prisioneros con música de Barney, según explica Jon Ronson, autor de The men who stare al goats (Los hombres que miraban fijamente a las cabras) libro en el que se inspira esta cinta.

Sin embargo, la adaptación de esta descabellada historia no alcanza a ser más que una serie de estampas ocurrentes que ni se decantan por la crítica ingeniosa a un gobierno belicista con una estrategia absurda en Medio Oriente, ni subrayan con suficiente saña la evidente estupidez de quienes consideraron viable la creación de un ejército de guerreros Jedi (como si el absurdo no radicara justamente en que se trata de un hecho real).

La cinta sigue los pasos del libro y rescata sus diálogos más delirantes. En la historia, un reportero (Ewan McGregor) conoce incidentalmente a Lynn Cassady (George Clooney), un elemento de las fuerzas especiales de EU, quien le revela la existencia de un programa militar secreto que entrena a los soldados para ser guerreros “psíquicos”. Desde ese punto, el director reitera en los recursos, de modo que vemos a este soldado de la New Age intentando mostrarle al otro el uso de sus poderes en situaciones comprometedoras que la mayoría de las ocasiones se resuelven de forma risible.

Desgraciadamente, la cinta va de más a menos. Heslov no parece tener la ambición de ir más allá de una comedia psicodélica, a pesar de que el material del libro parece dar para mucho más. Queda la impresión que es justamente el realizador el principal responsable de que el filme no desarrolle su potencial crítico. De poco sirve advertir al público al inicio del filme que los hechos que está por ver son más reales de lo que parece, si al final sólo se pretende contar una anécdota graciosa.

 
 
 
 
       

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