IMPARABLE

DIRECCIÓN: Tony Scott
TÍTULO ORIGINAL: Unstoppable (2010)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Mark Bomback
FOTOGRAFIA: Ben Seresin
MÚSICA: Harry Gregson-Williams
DURACIÓN: 101 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

El incidente ocurrió en Ohio en 2001. Merced a un estúpido acto de negligencia, un tren de la empresa CSX, se quedó sin control, rodando a más de 80 kilómetros por hora, sin nadie en la cabina del conductor y con 47 carros tras de sí, con una carga de combustible y sustancias peligrosas, entre otras cosas.

La posible tragedia fue conjurada por empleados ferroviarios que lograron bajar la velocidad de la locomotora lo suficiente para que un ingeniero pudiera abordarla y detener su marcha, por lo que la nota perdió buena parte de su interés y quedó perdida en los informativos de televisión que no le dedicaron más de dos minutos.

Llevada al cine, la anécdota se antojaría un bodrio insufrible; sin embargo, el director Tony Scott recurre a un montaje frenético que alterna adrenalina, velocidad y vértigo con elementos de melodrama sumamente baratos que le imprimen a su película un ritmo que la hace un palomazo cumplidor con todas las de la ley.

Además de acelerar la máquina hasta casi desbocarla, atravesar en las vías a un grupo de inocentes niños y poner a los habitantes de varias poblaciones en peligro de morir por el impacto de "un misil del tamaño del tamaño del edificio Chrysler", el guion elige como héroes a Frank Barnes (Denzel Washington) un ingeniero a punto del retiro, y Will Colson (Chris Pine), un conductor novato, ambos con un temperamento que los hará rivalizar.

Scott estira cada escena hasta el límite de lo creíble, cortando sólo para mostrar los rostros angustiados de sus personajes, consumidos por la urgencia. En realidad, con eso bastaría para mantener a flote el filme, pero el realizador y su guionista deciden darle mayor dimensión a sus protagonistas con una vida familiar conflictiva (a uno sus hijas, que son meseras en Hooters, no le hablan; al otro lo acusan de maltrato a su esposa, pero todo es un malentendido porque en verdad tiene un corazón de oro).

El caso es que uno y otro deberán olvidarse de sí mismos y dejar la solución de sus problemas para después de concluir el acto heroico que previsiblemente les hará recuperar el amor de sus familias (claro, si sobreviven). De hecho, aunque uno no lo crea, las pretenciones de realismo de Scott llegan hasta el sutil mensaje social, barato pero efectivo, igual que el resto: el trabajador que olvidó poner el freno es un pendejazo, pero los fríos empresarios de la compañía ferroviaria, esos sí que son malos.

 
 
 

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