EL IMPERIO DE LOS LOBOS

DIRECCIÓN: Chris Nahon
TÍTULO ORIGINAL: L'Empire des loups (2005)
PAÍS: Francia
GUION: Jean-Christophe Grangé, Chris Nahon, Christian Clavier, Franck Ollivier
FOTOGRAFÍA: Michel Abramowicz
MÚSICA: Olivia Bouyssou, Luca De' Medici, Pascal Morel, Dan Levy, Samuel Narboni, Grégory Fougères

 
       

Héctor Campio López | @campiolopez

Para entender la película El imperio de los lobos (2005), probablemente uno tenga que irse directamente a una librería para comprar y leer la novela de Jean-Christophe Grangé en la que está basada, toda vez que en la sala de cine, el espectador presencia una serie de acontecimientos tan obtusos y poco verosímiles, que no terminan por crear una intriga interesante o, cuando menos, que haga justicia a la fama que el autor francés tiene en el género policiaco.

Será acaso la mala suerte de Grangé, quien, cinco años después del estreno de Los ríos de color púrpura (2000), basada también en una de sus novelas, se topó con otro director al que la historia se le fue otra vez de las manos.

El policía Paul Nerteaux (Jocelyn Quivrin) investiga una serie de asesinatos en contra de mujeres turcas, ilegales y pelirrojas, que aparecen desfiguradas, torturadas y asesinadas en París. Como el caso es demasiado para él, busca a El Hierro (Jean Reno), un policía de negro expediente y métodos de hooligan, para que lo ayude a resolverlo.

Formada la pareja, sólo hay que esperar que en el transcurso de la historia trabajen en equipo, nos caigan bien y encuentren al asesino. Pero no hay química entre ellos; cada actor parece trabajar por su lado, lucen siempre distantes y eso acaba, en principio, con la esperanza de una buena aventura.

En su búsqueda policial, la pareja se interna en los nidos criminales de la ciudad, lugares soterrados en los suburbios parisinos donde conviven personajes anormales y operan mafias turcas que trafican con personas sin papeles.

Pero esa es sólo una parte de la cinta. La otra tiene que ver con una mujer (Arly Jover) a quien le fue borrada la memoria con propósitos nunca aclarados del todo, que se la pasa alucinando con monstruos y que, a media película, descubre que es integrante de una célula terrorista turca. Por cierto, también la persiguen para matarla.

Al atar las dos historias, la película se vuelve un mar de confusiones. Cada personaje es obligado a explicar los detalles de la trama, sin que esto resuelva el entuerto. Es entonces cuando el director Chris Nahon prefiere terminar de gastarse el presupuesto en balas y explosiones.

Hay que decir que en los créditos figuran cuatro manos como responsables del guion y que, sabrá Dios cómo, se las ingeniaron para que la narración encontrara su incoherente desenlace en el interior de unas cuervas en Turquía.

Resta mencionar que la presencia de Jean Reno, quien se ha ganado buena reputación haciendo papeles de policía, matón, detective y mafioso, no ayuda mucho a la película. Es el mismo actor que conocemos, actuando a medio gas en una historia muy larga y terriblemente contada.

 
 
 
 
       

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