Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La enorme expectativa que generó la noticia de que Oliver Hirschbiegel se haría cargo de una cuarta adaptación al cine de la novela The Body Snatchers (Los ladrones de cuerpos) quedará sin ser resuelta al menos por ahora. Por más que lleve su nombre, Invasores no es la cinta que el director concibió.

Y es que al no quedar satisfechos con el trabajo entregado por el realizador alemán, los ejecutivos de la Warner Brothers, o más específicamente el productor Joel Silver decidió llamar a los hermanos Andy y Larry Wachowski, los creadores de Matrix, quienes reescribieron dos tercios de la cinta y colocaron en la silla de director a James McTeigue (V de Venganza) para sacar adelante el proyecto, aunque sin darle crédito.

Justo por ello, Invasores termina siendo una película desigual, que privilegia la acción (al gusto de los productores) y sacrifica la dosis de contenido que a la larga le habría ganado la buena voluntad del público.

En esta nueva reelaboración del texto original, un extraño virus llega a la Tierra adherido de los restos del transbordador espacial Patriot, el cual explota al reingresar a la atmósfera. Las primeras personas que tienen contacto con los pedazos de la nave comienzan a experimentar cambios en su comportamiento, pero éstos no son advertidos de inmediato; Carol Bennell (Nicole Kidman), una psiquiatra de Washington DC, descubre que algo extraño sucede luego de que una de sus pacientes acusa un cambio radical en su esposo, mientras que varios conocidos a su alrededor parecen experimentar lo mismo.

La infección, transmitida por el vómito, ataca al organismo durante el sueño, hasta transformarlo en un cuerpo con el mismo aspecto, pero sin emociones ni sentimientos humanos.

Así, lo que en los años cincuenta era una historia en la que podía encontrarse una sutil alegoría sobre el mundo comunista deshumanizado y monocromo, ha ido adaptándose en aras de explicar los paradigmas políticos y sociales de cualquier época. Sin embargo, en este nuevo remake de Invasion of the Body Snatchers, la cinta de Don Siegel de 1956, no queda muy claro quién es el destinatario de esa velada crítica.

Cuando mucho, alcanza a advertirse la paradoja de una psiquiatra que intenta evitar que las personas a su alrededor se conviertan en una suerte de seres mecánicos e inexpresivos a instancias de un virus extraterrestre, al mismo tiempo que se nos presenta una sociedad en la que las drogas psiquiátricas ganan más terreno como solución a las problemáticas individuales (de hecho, en algún punto de la cinta, la doctora es cuestionada por uno de los indiferentes infectados: "Tú le das pastillas a la gente para tratar de hacer mejores sus vidas. ¿Qué lo hace tan diferente de lo que nosotros hacemos?").

En otro caso, las actuaciones de la nunca decepcionante Nicole Kidman y del nuevo James Bond, Daniel Craig, habrían sido suficiente para que este filme despegara, pero no esta vez. Los cambios en el tono y la intención de la película hacen que el trabajo de McTeigue y Hirschbiegel se separen de manera notable; es obvio que el primero está detrás de las persecusiones en auto, los choques y las volcaduras, mientras que el germano es el autor de la cena en que la doctora Bennell discute con el cínico embajador ruso Yorish (Roger Rees), quien asegura que la civilización es una mascarada, pues en la situación indicada, los humanos somos capaces de los peores crímenes.

Sospecho que lo filmado por Oliver Hirschbiegel era más complejo, pero también superior a lo que terminamos viendo en pantalla; desgraciadamente esto ya no lo averiguaremos. Como sea, no tiene sentido que si lo que se buscaba era una cinta de acción y destrucción netamente hollywoodense se haya le haya traído desde Alemania para terminar modificando su trabajo.