IRON MAN 3

DIRECCIÓN: Shane Black
TÍTULO ORIGINAL: Iron Man 3 (2013)
PAÍS: Estados Unidos, China
GUION: Drew Pearce, Shane Black
MÚSICA: Brian Tyler
FOTOGRAFÍA: John Toll
DURACIÓN: 130 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Después de 72 horas de trabajar sin parar, sin dormir un solo minuto, el personaje dentro de la armadura de Iron Man se enfrenta al descubrimiento de su propia humanidad: ataques de ansiedad, pesadillas, síntomas de estrés postraumático por lo ocurrido en su última aparición y, finalmente, un adversario capaz de ponerlo de rodillas y golpearlo tan fuerte como para hacerlo desaparecer.

El villano es El Mandarín (Ben Kingsley), un terrorista elusivo y mediático con la capacidad para organizar ataques a gran escala, con hombres bomba, contra la población civil y vulnerar la seguridad del presidente de Estados Unidos. Se trata de un enemigo distinto de otros, que transmite miedo a través de la teatralidad, pero cuyo mayor capital es la seriedad y contundencia con que logra que un grupo de incondicionales lleve a cabo sus órdenes mientras él se mueve en las sombras.

La cinta de Shane Black falla, sin embargo, al llevar el suspenso a límites donde la resurrección del héroe podría haber sido espectacular (no sólo en lo que hace al despliegue visual, que sí lo es). Mientras el hombre, Tony Stark (Robert Downey Jr.) gana con la destrucción de su mundo en el primer tercio de la historia, Iron Man se desdibuja hasta perderse en la multiplicación de sí mismo y en la reiteración de recursos en el resto del filme.

Al mismo tiempo que pretende dar mayor profundidad dramática y centrarse en el conflicto interno del personaje antes que en la acción, el director exige aceptar demasiadas premisas que más allá de la irrealidad que plantea una historia de superhéroes, rompen incluso con esa lógica fantástica.

Black cambia el tono a la mitad del camino, diluye a su villano de la era posterior al 9/11 y lo sustituye con un ejército de monstruos —de esas anomalías científicas sin personalidad que le encantan a Marvel— que explotan cuando se calientan (literalmente). El guion acusa además una grave falta de ideas o un agotamiento de las mismas al insertar la figura, inverosímil y reiterativa, del pretendido niño genio que ayuda al protagonista a salvar el día.

Sin embargo, el regreso de Stark no es resultado de ese viaje interior que le hace temer no ser absolutamente nadie sin la armadura (“sólo soy un tipo normal dentro de una lata”, dice), sino de argucias de último momento que acompañan la larga secuencia final que no logra emocionar y que se queda muy lejos del espectacular rescate aéreo que vemos a mitad del filme.

Algunos elementos salvan Iron Man 3, pese a todo: la personalidad del protagonista, el ingenio el varios de sus diálogos, algunos buenos momentos y el épilogo tras la larga secuencia de créditos final. Apenas.

 
 
 
 
  

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