JAZMÍN AZUL

DIRECCIÓN: Woody Allen
TÍTULO ORIGINAL: Blue Jasmine (2013)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Woody Allen
FOTOGRAFÍA: Javier Aguirresarobe
MÚSICA: Varios
DURACIÓN: 98 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

A Jasmine (Cate Blanchett) la define el desprecio por los otros. Ella es despreciable. Su única gran jugada en la vida es un matrimonio que le consiguió una posición privilegiada y un lugar desde el cual sentirse moralmente superior para juzgar al mundo. Una vez ahí, no le importa renunciar a su verdadero nombre (Jeanette), a su pasado familiar y a sus estudios para simplemente ser la esposa de un monumental estafador que posee una característica única: millones de dólares que lo compran todo.

La secuencia en la que conocemos a Jasmine es similar a aquella de Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) en la que Blanche DuBois llega a Nueva Orleans para alojarse en medio de la ruina económica con su hermana, siempre dejando claro que se avergüenza de estar entre bárbaros sin la virtud y la educación que el dinero han podido comprarle a ella. No le falta razón en cierto punto, pues más allá de sus modestos recursos y de trabajar como empleada de supermercado, su hermana Ginger (Sally Hawkins) ha elegido vivir una vida vulgar al lado de sujetos ordinarios que la obligan a conformarse y a quedarse atrás, con los brutos. Pasa que con una pastilla de Xanax y un vodka en la mano, las prédicas de la protagonista apestan.

Dueña absoluta de la escena, Jazmín azul le ofrece a Cate Blanchet la oportunidad de interpretar a un personaje de muchas tonalidades, que se mueve con encanto, soltura y tacto social con los suyos, pero llega a los límites del patetismo en su desesperación por ser rescatada por un hombre (con amor o sin él) y restituida en un sitio donde no tenga que esforzarse nunca de nuevo.

Sin piedad por su protagonista, Woody Allen es cuidadoso de no hacer una caricatura ensañada de la socialité de Park Avenue obligada a reinventarse en un barrio obrero de San Francisco, con apenas cuatro cambios de ropa de Chanel, un par de zapatos y una bolsa Birkin. El caso de Ginger no es diferente; la historia le niega ser el personaje sensato cuyo origen humilde y sencillez le da autoridad. No. La de las hermanas es una tragedia compartida, una existencia vacía originada en el miedo a estar solas y hacerse cargo de su vida, y que les hace refugiarse en la ilusión.

La mayoría de las veces incómoda e irritante en el dibujo de las superficialidades y las miserias humanas, ésta podría ser, junto con Match Point, Medianoche en París y acaso Los inquebrantables, uno de las cintas más redondas de Allen en los últimos quince años.

 
 
 
 
 
       

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