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SHERLOCK HOLMES: JUEGO DE SOMBRAS

DIRECCIÓN: Guy Ritchie
TÍTULO ORIGINAL: Sherlock Holmes: A Game of Shadows (2011)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Kieran Mulroney, Michele Mulroney
FOTOGRAFIA: Philippe Rousselot
MÚSICA: Hans Zimmer
DURACIÓN: 129 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Creado como un personaje de un intelecto y una capacidad de anticipación excepcionales, el rival natural del detective Sherlock Holmes sólo podía tener cualidades tan parecidas a éste que hicieran prácticamente imposible detenerlo o anularlo.

Si bien su existencia quedó apenas esbozada en la primera cinta de 2009, en Sherlock Holmes. Juego de sombras el profesor James Moriarty asume el rol que los relatos de Arthur Conan Doyle le conferían: el del único hombre con la capacidad y el empuje para vencer en un duelo de tú a tú al célebre habitante del 221-B de la calle Baker.

Sin embargo, el guion de este nuevo filme deja los acertijos y los juegos de ingenio a un lado para dar mayor peso a las secuencias de acción, montadas al estilo peculiar de su realizador, quien hace del uso de la cámara lenta y la edición acelerada su principal recurso. Guy Ritchie y su equipo de escritores emplean menos tiempo en explicar los acontecimientos a través del pensamiento deductivo de su protagonista, quien vuelve cada vez menos sobre sus pasos para encontrar la lógica de los hechos.

Más intrincada y confusa que la anterior —aunque no por ello más compleja—, la trama de esta cinta pone en el centro a Moriarty (Jared Harris), quien aparece como líder de un violento grupo anarquista, el cual en realidad funciona como fachada de un plan que intenta conducir a Europa a una gran guerra.

La premisa detona al menos tres grandes secuencias, notables en su realización, que llevan la marca inconfundible de su director: un espectacular tiroteo a bordo de un tren en marcha; la huida a una emboscada en medio del bosque, y la más acabada de ellas, un duelo de ajedrez mental entre el protagonista y el villano que termina en lo alto de las cataratas donde Conan Doyle ubica la conclusión de su relato "El problema final".

Pero si hay algo que sostiene esta casi convencional cinta de acción y la lleva a otro nivel es la relación que se establece entre Robert Downey Jr. y Jude Law en sus papeles de Holmes y el Dr. Watson (este último a punto de de contraer matrimonio), los diálogos precisos entre ellos, la capacidad de uno para avergonzar al otro y el innegable respeto/admiración/cariño que se prodigan, pues como explica el director, Watson es un hombre inteligente, pero reposado en exceso, lo que hace que constantemente se vea tentado por una vida llena de acción; Holmes es el puente a esa vida.

La tercera parte de la serie está más que servida. Si la historia logra un mayor equilibrio entre espectacularidad y los juegos de ingenio de su protagonista, tendremos quizá no la versión más fiel a los relatos escritos por Doyle, pero sí una reinterpretación fresca, que aspire a tener una vigencia mayor que otras, sin traicionar la esencia del personaje. Sin perder su buena dosis de suspenso, ingenio y humor, esta entrega se ha quedado un poco por debajo de la anterior. Esperemos.

 
 
 
       

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