LAS CRÓNICAS DE NARNIA

DIRECCIÓN: Andrew Adamson
TÍTULO ORIGINAL: The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe (2005)
PAÍS: Reino Unido
GUION: Andrew Adamson, Stephen McFeely, Ann Peacock, Christopher Markus
FOTOGRAFIA: Donald M. McAlpine
MÚSICA: Harry Gregson-Williams

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Hace poco escribía en este espacio que Chicken little es una de las peores películas que Disney le haya recetado al mundo. Sin embargo, hay que decirlo: los malditos han vuelto y de la mejor manera posible, con una cinta dirigida por Andrew Adamson, el creador de Shrek.

Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero es una preciosidad. Para quienes vieron los avances con cierto recelo, es justo decir que esta adaptación de la obra homónima de C.S. Lewis —en realidad muy poco conocida en México— es un trabajo mayor, contado con la modestia de un pequeño cuento de hadas.

El primero de los siete relatos de C.S.Lewis se sitúa en plena Segunda Guerra Mundial, cuando los cuatro hermanos Pevensie: Lucy (Georgie Henley), Edmund (Skandar Keynes), Susan (Anna Popplewell) y Peter (William Moseley), son enviados fuera de Londres durante los bombardeos nazis.

Mientras juegan a las escondidas en el hogar que les sirve como refugio, los niños descubren un ropero mágico que sirve como entrada al reino de Narnia, un mundo habitado por animales que hablan, duendes, faunos, centauros y gigantes al que la Bruja Blanca Jadis (Tilda Swinton) ha condenado al invierno eterno.

Los niños, sin embargo, no son meros espectadores. En realidad, su llegada representa la única oportunidad de librar al reino de la maldición, por lo que tendrán que involucrarse y tomar posición en el conflicto.

Una virtud importantísima del filme es que pese a ocuparse de una guerra en la que la maldad, la traición y el odio son elementos fundamentales, el tratamiento es impecable por cuanto nada queda fuera de la comprensión del público infantil, a quien finalmente se dirige la cinta.

Pero esto no es todo. Narnia contó además con el mismo equipo de efectos especiales que trabajó junto a Peter Jackson en El Señor de los Anillos. Y aunque algunos escenarios y personajes no están totalmente logrados, el resultado resulta muy parejo, sobre todo porque el atractivo del trabajo no está en las luces de artificio, sino en el guion y el encomiable esfuerzo de los jóvenes actores entre los que destaca la pequeña Georgie Henley.

En los días posteriores al estreno, comenzó a sugerirse que detrás de Las crónicas de Narnia existe una agenda religiosa oculta que el mismo C.S. Lewis trató de imprimir en su obra al introducir elementos como un león que da su vida para pagar por las faltas de "los hijos de Adán y Eva", como son llamados los seres humanos en el reino de Narnia.

Ciertamente, la película apela a los valores morales muy a la antigüita, en busca de un cine familiar sin sexo ni violencia palmaria, pero eso por sí sólo no entraña ninguna indignidad ni le resta méritos a Adamson, quien parece entender muy bien de qué se trata hacer cine.

La película, ya lo dije, es una preciosura y como aventura fantástica es algo que vale la pena que los niños vean. Si a los censores de las buenas costumbres les gusta o no, es algo que nos debería tener sin cuidado.

 
 
 
 

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