LINCOLN

DIRECCIÓN: Steven Spielberg
TÍTULO ORIGINAL: Lincoln (2012)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Tony Kushner, basado en el libro Team of rivals: The political genius of Abraham Lincoln, de Doris Kearns Goodwin
FOTOGRAFIA: Janusz Kaminski
MÚSICA: John Williams
DURACIÓN: 150 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Cada nación necesita sus propios símbolos de identidad, iconos, idearios, figuras de enorme talla moral que le recuerden a la colectividad la grandeza a la que aspira el país, discursos, palabras que resuenen 150 años después con pleno significado.

Al hablar de Abraham Lincoln, Steven Spielberg elude, sin embargo, aquel momento en Gettysburg en el cual el más puro de los políticos estadounidenses resolvió que los muertos de la Guerra Civil no habían dado su vida en vano y que el país tendría un nuevo nacimiento de libertad. No es a partir de que el presidente pronuncia aquellas palabras de “(…) and that government of the people, by the people, for the people, shall not perish from the earth”, que éstas toman significado y fuerza, sino a partir de que su pueblo se apropia de ellas.

Lincoln no es una biopic; no al menos en lo que hace al cortísimo periodo que su trama abarca y que se limita a las semanas de negociaciones para la aprobación de la Decimotercera Enmienda que abolió la esclavitud en Estados Unidos y su asesinato en el teatro Ford.

En su guion existe la convicción de que hay hombres capaces de descender a las cloacas de la política y conservar su rectitud. La cinta no necesita de gran despliegue visual, Spielberg es preciso en el uso de la elipsis para mostrar su punto acerca de las miles de bajas en la guerra. Lincoln pretende contar otra cosa, plantea que los hombres son afortunados de vivir en su tiempo, pero sólo algunos están a la altura de su tiempo.

Hombre moral, Lincoln (Daniel Day-Lewis) se convierte en un extraordinario orador que toma historias del pasado para ilustrar su utilidad en el presente, pero que ante la oposición obcecada es capaz de jugar su mayor carta (su inmenso poder como presidente de Estados Unidos) y torcer todas las sendas. Así, lo que define al hombre no son sus discursos, sino su capacidad política y su estatura como estratega que asume el costo de prolongar una guerra que nadie quiere, en busca de un bien mayor, en lugar de pactar una paz ficticia con los confederados.

Modesta, pero no menor en cuanto a sus logros visuales, el filme evoca sobradamente el estado de ánimo de personajes cansados que no pierden su humanidad pese a la solemnidad del retrato histórico. Lincoln se enfrenta al peso de sus decisiones (“nos hemos permitido hacer cosas terribles”, dice en algún momento), lo mismo que a una esposa inclemente (Sally Field) y a adversarios como el líder republicano Thaddeus Stevens (Tommy Lee Jones, quizás el único que disputa Daniel Day-Lewis cada escena).

Fallida en lo que hace a la prescindible subtrama del hijo mayor del presidente y algunas escenas demagógicas que miran a los negros como víctimas llenas de dignidad, Lincoln...

 
 
 
 
       

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