LOCA POR LAS COMPRAS

DIRECCIÓN: P.J. Hogan
TÍTULO ORIGINAL: Confessions of a Shopaholic (2009)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Tim Firth, Tracey Jackson, Kayla Alpert; basado en los libros de Sophie Kinsella
FOTOGRAFÍA: Jo Willems
MÚSICA: James Newton Howard
DURACIÓN: 104 minutos

 

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

No tengo una idea muy clara acerca del libro de Sophie Kinsella, Confessions of a Shopaholic que inspiró la película que lleva el título en español de Loca por las compras . Es difícil, por eso, saber si la novela acusa la misma superficialidad en el tratamiento de un tema que puede perfectamente funcionar en los terrenos de la comedia sin perder de vista el matiz trágico que se agazapa detrás de una historia así.

En la versión fílmica, Rebecca Bloomwood (Isla Fischer) es una joven que trabaja como redactora de una revista sobre jardinería, con una compulsión irrefrenable por las compras y el deseo de trabajar para Alette , una reputada publicación de modas a la que ve como el perfecto soporte económico de su adicción. Sin embargo, encuentra que la mejor forma de llegar a ese sueño casi inalcanzable es usando a otra revista del mismo grupo editorial como trampolín: Successful Saving, donde con su cortísimo entendimiento de los fundamentos de una economía sana y sus desarrolladas nociones de la moda logra un puesto como autora de una columna de consejos financieros.

No se trata sólo de que la cinta de P.J. Hogan perpetúe el peor estereotipo femenino, que buena parte de la comedia sea slapstick deficientemente realizado, o que las premisas con las que trabaja sean llanamente bobas, como la del editor profesional (Hugh Dancy) que contrata a una novata para escribir en una revista especializada de economía sólo por sus triviales parrafadas sobre la importancia de comprar zapatos tienen símiles con el ahorro y las finanzas personales.

Detrás de Loca por las compras hay una impresionante falta de timing para un momento como este en el que la gente está seriamente lastimada. Rebecca Bloomwood, la protagonista de esta historia gasta más allá de cualquier argumento razonable, dejando tras de sí tarjetas bancarias con deudas que alcanzan los 16 mil dólares, sólo para aparecer como víctima de un inescrupuloso cobrador de cuentas vencidas.

No se trata de tomarse demasiado en serio una comedia ligera, pero el guion no podría ser más flojo y menos incisivo a la hora de cuestionar a un personaje que compra, aun en contra de sí misma, en un intento de llenar un vacío existencial. Por el contrario, su recuperación llega no de aprender de los errores, sino de enamorarse de un tipo sensato y medido que la cura del todo, de modo que quedamos frente a un relato sin propósito.

Con todo, la cinta no es desdeñable en algunos sentidos. Es indudable que Isla Fischer tiene un don para llenar ella sola la pantalla; las escenas en las que los maniquíes interactúan desde los aparadores con ella o su trabajo le exige hablar finlandés fluidamente, junto con algunos diálogos aislados sobre la compra de ropa ("Do you speak Prada?") pueden hacer que uno sonría de buena gana. Fuera de eso, créanme, no hay más.

 
 
 
       

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