LOS LUNES AL SOL

DIRECCIÓN: Fernando León de Aranoa
TÍTULO ORIGINAL: Los lunes al sol (2002)
PAÍS: España
GUION: Fernando León de Aranoa, Ignacio del Moral
FOTOGRAFÍA: Alfredo Mayo
MÚSICA: Lucio Godoy
DURACIÓN: 113 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La secuencia inicial de Los lunes al sol repasa el momento en que el astillero de una ciudad costera en España cierra sus puertas y liquida a sus trabajadores, quienes son lanzados al desempleo. Las primeras escenas muestran lo que es quizás el peor momento de un grupo de hombres maduros que se han quedado sin opciones laborales y que a dos años del cierre de su fuente de trabajo se refugian en un bar para hablar de sus fracasos ante el empuje de las nuevas tecnologías y de la incertidumbre de los contratos temporales.

Si bien la historia gira en torno a Santa (Javier Bardem), un cuarentón entrado en kilos y metido en un problema legal por romper una farola en forma de protesta, cada personaje resulta entrañable en su historia personal. Amador (Celso Bugallo) ha tocado fondo; vive en el abandono y la suciedad desde que su mujer lo abandonó. A José (Luis Tosar), a quien sólo le queda su esposa, está a punto de sucederle lo mismo, mientras que para Lino (José Angel Egido) la peor miseria es haber envejecido.

La cinta evita los juicios de clase a los constructores del desastre y se enfoca en seguir la evolución de un drama semiurbano, común en las sociedades que se presumen economías emergentes, sin mostrarle lástima a sus personajes. Los lunes al sol prueba que la solidez de un trabajo, casi siempre fincada en sus valores de producción, depende mucho más de un guion honesto, sin trampas sentimentales y de un pesimismo brutalmente realista representado por un estupendo cuadro de actores maduros.

León de Aranoa marca el tono desde un principio: no hay nada que hacer; la indiferencia de un gobierno y la depresión económica no cambian por un mayor optimismo de la gente. No obstante, el director evita llevar su planteamiento al terreno del tremendismo, dejando espacio a breves momentos de humor, permitiéndose situaciones de un descaro que resultan conmovedoras, como aquélla en que Santa se alquila para cuidar un niño de cuatro años en una casa de ricos e invita a todos los amigos a ayudarle.

Patético, conmovedor —quizás ambas cosas—, vemos por ejemplo cómo los personajes van con cierta frecuencia simplemente a sentarse a la orilla del muelle, a mirar los cruceros, a hacerse ilusiones de una vida mejor en otro país como Australia, el cual suponen está ubicado en las antípodas de su realidad. En medio de aquéllo, con los párpados cerrados para que el sol no les dé de lleno en los ojos, alguien suelta una pregunta trivial: "¿Qué día es hoy?" Resulta que es lunes; el inicio de una jornada semanal para miles, porque para ellos el lunes es simplemente un día más.

El poeta Oliverio Girondo definía esa sensación desoladora de sentirse golpeado por la vida como unas ganas inmensas de llorar hasta empaparse el alma y la camiseta. Los lunes al sol es un retrato de la desdicha, formado de personajes rotos que producen una tristeza que penetra emotivamente hasta sentirse como propia.

 
 
 
 
 

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