LUCHADOR

DIRECCIÓN: Darren Aronofsky
TÍTULO ORIGINAL: The Wrestler (2008)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Robert D. Siegel
FOTOGRAFÍA: Maryse Alberti
MÚSICA: Clint Mansell
DURACIÓN: 109 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

La convencional historia del hombre derrotado que renace para tomar su última oportunidad y volverse una leyenda ha sido contada mil veces. Cuéntenla mil veces más y aún así, pocas veces encontrarán tanta honestidad y se conmoveran igual con un rostro casi tan totalmente inexpresivo como el de Mickey Rourke.

Realizada con apenas 6 millones de dólares, Darren Aronofsky ha logrado una pieza fílmica sencilla y trascendente. Luchador transcurre en tiempo presente. Randy The Ram Robinson (Rourke) es un luchador profesional, figura en los años ochenta, que veinte años después continúa su carrera en el circuito independiente. El tipo es un guerrero; cada noche arriesga su integridad, deja todo en el encordado; sin embargo, cuando baja del escenario y las luces no pueden alcanzarlo, Randy regresa a la soledad de los vestidores y de ahí al viejo remolque en el que se sostiene con esteroides y medicamentos para aliviar el dolor.

En algún punto de esa vida, su corazón no puede más. Su desplome físico llega de la mano del peor sentimiento de soledad y Randy busca su propia redención a través de acercarse a su hija abandonada años atrás (Evan Rachel Wood) y de buscar la compañía de una hermosa y madura bailarina de table dance (Marisa Tomei) cuyas rutinas se agotan cada día que pasa.

Sorprende el respeto mostrado por Rourke a la profesión, las escenas de backstage en las que Randy acuerda con sus compañeros la rutina y el desenlace de sus combates antes de salir a sangrar de verdad con un respeto increíble por la gente que aun con el cuerpo roto lo hace levantarse una y otra vez. Es posible que no haya nada más honesto en todo el filme que las palabras que Ram dice a sus admiradores antes de su última lucha y la frase que pronuncia antes de salir al cuadrilatero: "El único lugar donde me lastiman es allá fuera".

Se trata, pues, de una cinta sin concesiones al sentimiento, emotiva, llena de ternura y de dolor devastador que se traducen en secuencias grandiosas como el diálogo del reencuentro entre el luchador y su hija, la firma de autógrafos a la que acude en un centro comunitario o su soledad bajo la ducha después de haber estado tendido en la cama de un hospital.

Con un punto de vista que la acerca al documental, Luchador entrega mayormente imágenes crudas, sin trabajar, muchas de ellas concebidas cámara en mano. El trabajo fluye sin pretensiones, recreando incluso escenas cotidianas que aportan humanidad; se antoja imposible mejorar las escenas de Randy con los clientes del supermercado local o alcanzar el verismo de los combates extremos.

Estamos ante algo más que la resurrección de Mickey Rourke. Director, guionista y actores podrían haber creado con su final anticlimático, con su melancolía y con el tema desgarrador compuesto por Bruce Springsteen para esta película, un clásico en toda la línea.

 
 
 
 

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