Héctor Campio López| @campiolopez
Para quienes no teníamos noticias de la existencia de Andy Kaufman, la película Man on the moon o El lunático (1999) del director Milos Forman no sólo fue extraña, sino inquietante. El guion busca recrear la vida de ese artista norteamericano hoy muerto y pone énfasis en su trabajo, más que en su vida privada.
Como hizo en su momento con Amadeus (1984) y El pueblo vs. Larry Flynt (1996), el director checo reseña aspectos biográficos que permiten imaginarnos la lucha de hombres excepcionales que fueron también transgresores de su sistema. La biografía de Kaufman es una comedia y también un drama, pero más que nada un juego en el que su director consigue estimular emociones profusas en el público.
Decía yo que El lunático es inquietante porque transmite la curiosidad por conocer algo más sobre Andy Kaufman, por saber si las situaciones (muchas de ellas absurdas) que protagoniza encarnado en el actor Jim Carrey a lo largo de la película, realmente ocurrieron o no. Un poco de investigación al respecto y la vida de Kaufman se convierte en un enigma fascinante.
Según el retrato de Forman, Andy Kaufman era un provocador. Aunque hacía reír, detestaba que lo llamaran comediante. Se quejaba (con justicia) de la incomprensión a sus ideas creativas. Colocado frente a un escenario, su objetivo era generar emociones genuinas en el auditorio, no con chistes prefabricados, sino con ocurrencias inéditas.
Y desde su punto de vista (o el de los guionistas) la espontaneidad era en Kaufman un estilo de vida y no era privativa de sus espectáculos. Y ese continuo improvisar, le generó admiradores (que lo considerarían adelantado a su tiempo o genio) y también hostiles, quienes lo verían más bien como un tarado.
Era un entretenedor atípico, que jugaba con la risa, el absurdo, la crueldad y la humillación escénica. Se inventó un aborrecible alter ego llamado Tony Cliffton. Inventó la lucha libre intergenérica. Retaba a su público e interactuaba con él. Fue expulsado de Saturday Night Live porque sobrepasó los limites de las convenciones cómicas y el comportamiento políticamente correcto.
Milos Forman respeta toda esa visión de Kaufman y no adelanta las sorpresas. Cada secuencia es prácticamente una rutina de ese artista. Su montaje navideño en el Carnegie Hall es tan conmovedor como irritantes son las apariciones de Tony Cliffton en la película.
Oficialmente, Andy murió de cáncer a los 35 años. Forman sigue la lógica de Kaufman hasta el último minuto del filme y juega con la incógnita sobre su muerte. Tan habituado a tratar a sus personas cercanas como si fueran objetos de utilería y a no tomar las relaciones humanas en serio, es posible que haya fingido su muerte y sobreviva en los sótanos del espectáculo.
No queda mas que confiar en Jim Carrey, quien desaparece en la genial interpretación de ese personaje, para conocer a esa mente vertiginosa que fue Andy Kaufman. La cinta es una producción de Danny DeVito, quien participa además en el papel de George Shapiro, representante del artista. |