MISTER LONELY

DIRECCIÓN: Harmony Korine
TÍTULO ORIGINAL: Mister Lonely (2007)
PAÍS: Reino Unido, Irlanda, Francia, Estados Unidos
GUION: Harmony Korine, Avi Korine
FOTOGRAFIA: Marcel Zyskind
MÚSICA: Jason Spaceman, The Sun City Girls
DURACIÓN: 112 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Delirante hasta el punto de resultar inaccesible para algún sector del público, Mister Lonely, de Harmony Korine, es una historia descorazonadora sobre un grupo de personas solas que han decidido convertirse en personajes que la gente admira para huir de sí mismos.

Diego Luna es un imitador de Michael Jackson que se gana la vida actuando en las calles de París. Ahí conoce a una doble de Marilyn Monroe (Samantha Morton), quien lo invita a unirse a una comuna en Escocia, donde vive al lado de su marido, un celotípico Chaplin (Dennis Lavant), su pequeña hija caracterizada de Shirley Temple y un grupo conformado por Los Tres Chiflados, Madonna, Abraham Lincoln, James Dean, Caperucita Roja, Sammy Davis Jr., el Papa y la reina Isabel.

Todos ahí tratan de construir una utopía, un sitio donde los demás no pueden tocarlos ni herirlos, y al que el resto de la gente sólo puede entrar de cuando en cuando para ver el espectáculo más grande del mundo del cual ellos son los protagonistas. Pero las cosas que hacían insoportable su vida real también los alcanzan ahí, de modo que el mismo Chaplin comienza a parecerse más a un remedo de Hitler.

Sin embargo, no hay que confundirse. Mister Lonely no es una reflexión acerca del culto a la celebridad, sino sobre la desdicha de quien no se consuela con lo que le tocó. "No sé si sabrán lo que es querer ser otra persona. No querer ser como eres. Odiar tu propia cara... Es más fácil ver cosas en los demás. Ver cosas qué admirar y luego tratar de imitarlas. Tener otra cara", explica Diego Luna a manera de prólogo.

Los momentos en que el director muestra despiadadamente el patetismo de estos huéspedes de un falso salón de la fama, extrañamente encuentran su equilibrio en el drama que asoma tras la ignorada historia de cada uno. Surreal e inasible, el montaje sin embargo alcanza a dejarle a uno un sabor dulce-amargo; Korine no se propone hacer una película entretenida (y vaya si lo logra), pero inocula nostalgia mientras uno intenta poner sentido a los sinsentidos de una trama por momentos inexplicable.

Harmony Korine desarrolla paralelamente otra historia (sin aparente conexión con la primera) sobre un grupo de monjas que trabajan en Panamá en el ministerio de un sacerdote encarnado por Werner Herzog que arroja comida sobre las comunidades pobres de la región desde una avioneta. Accidentalmente, las religiosas descubren que la fe puede salvarlas de una caída sin paracaídas, así que deciden poner a prueba la cobertura de la compañía de seguros de Dios. Fuera de la acabadísima ironía con la que termina su malogrado viaje al Vaticano para dar testimonio a Su Santidad de lo que han logrado, esta subtrama parece sólo abonar a la excentricidad del resto.

 
 
 
 
  
       

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