UN MONSTRUO VIENE A VERME

DIRECCIÓN: J.A. Bayona
TÍTULO ORIGINAL: A Monster Calls (2016)
PAÍS: Estados Unidos, España, Reino Unido
GUION: Patrick Ness; basado en su novela homónima, a su vez inspirada en una idea original de Siobhan Dowd
FOTOGRAFIA: Oscar Faura
MÚSICA: Fernando Velázquez
DURACIÓN: 108 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

El trabajo de Juan Antonio Bayona en Un monstruo viene a verme puede sestar siendo menospreciado cuando se asume que su historia funciona en tanto sigue una receta para conmover a través de situaciones emotivas perfectamente reconocibles y ensambladas de tal manera que es capaz de falsificar una verdadera conexión emocional.

Su relato no miente al espectador. Desde un inicio plantea un drama personal: Conor (Lewis MacDougall) intenta hacerse cargo de sí mismo, mientras su madre (Felicity Jones) pasa la mayoría del tiempo en cama por culpa de un cáncer que no cede a las quimioterapias, mientras en la escuela es víctima de un matón que le hace miserable el día.

Sus circunstancias están lejos de hacerlo duro, de darle suficiente coraje para enfrentar lo que parece ser la peor etapa de su vida, la cual enfrenta solo, pues lleva una mala relación con su abuela y su padre ha hecho su vida al otro lado del Atántico. Por ello se refugia en una fantasía que él mismo va creando después de ver la vieja película de King Kong (Merian C. Cooper, 1933), pues aun en sus sueños tiene una pesadilla recurrente que cada noche lo despierta.

Conor crea un monstruo imaginario (voz de Liam Neeson ) del ser más fuerte y sólido que conoce —un longevo tejo de una propiedad cercana—, pero éste no es en ningún modo protector o amable. Hostil, a lo largo de la historia, el gigante le cuenta tres historias que muestran que la bondad y la maldad no pueden juzgarse de manera simple, que en el mundo todo es relativo.

El muchacho soporta sus confusos cuentos al enterarse que el tejo cuenta con propiedades coadyuvantes en el tratamiento del cáncer. Así es: el monstruo ha cobrado vida y sacado sus raíces del suelo para ayudar en la cura. Bayona desarrolla una cinta innegablemente sentimental en tanto el centro parece ser la pérdida y la víctima un niño. Pero el guion no es tan obvio. Así, Un monstruo viene a verme está lejos de ser una pieza para el exhibicionismo sentimental de su público, como se ha sugerido.

Además de su belleza visual, acentuada en los relatos del monstruo que transcurren como animaciones realizadas con acuarela, el relato que recrea la novela homónima de Patrick Ness apunta al enojo como emoción primaria, a la culpa que acompaña el conflicto de amar a alguien y desear que muera porque terminar con el dolor es uno de los deseos más humanos que existen.

Más allá de la superficie está la idea expresada en otra fábula popular sobre cómo la furia, que es ciega, a veces se pone la ropa de la tristeza y la tristeza, no teniendo más que ponerse, se viste de furia.

 

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