LA MUJER DE MIS PESADILLAS

DIRECCIÓN: Bobby Farrelly, Peter Farrelly
TÍTULO ORIGINAL: The Heartbreak Kid (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Bobby Farrelly, Peter Farrelly, Kevin Barnett, Leslie Dixon, Scot Armstrong
FOTOGRAFÍA: Matthew F. Leonetti
MÚSICA: Brendan Ryan, Bill Ryan
DURACIÓN: 116 minutos

 
       

Héctor Campio López | @campiolopez

En una de las secuencias más chuscas de Loco por Mary (1998), vemos a la muy dulce Mary (Cameron Díaz) arreglarse el flequillo del cabello con un poco del "gel" que oportunamente Ted (Ben Stiller) tiene en la palma de la mano. Previamente sabemos que ese gel de extrafijación proviene de una sesión onanista de Ted en el sanitario, y en las siguientes escenas, cada que vemos a Mary con su copete al estilo del pájaro loco, el incidente revive en nuestra cabeza.

El recuerdo viene a cuenta porque quien haya visto aquella película, el ejemplo más acabado del humor indecente de los directores Bobby y Peter Farrell, no podrá evitar reírse con La mujer de mis pesadillas. Pero si en cambio, uno se incomoda o asquea con chistes "del cuerpo", por decirlo suavemente, es mejor abstenerse de verla para quedarse en casa leyendo un libro.

No digo que La mujer de mis pesadillas sea tan consistente en su humor y anécdota como aquella cinta. Puede decirse incluso que hay algunos chistes reciclados, pero hay que ver la obscena capacidad de los directores para envilecer paulatinamente un personaje tan adorable como Lila (Malin Akerman), la pareja femenina de Eddie (Stiller) en esta comedia romántico-escatológica.

La historia comienza con Eddie, quien presionado por su padre, uno de sus amigos, las bromas gays y sus más de 40 años en soltería, decide comprometerse en matrimonio con Lila, una rubia encantadora a la que conoce accidentalmente. Es hasta su luna de miel cuando Eddie comprueba que la mujer con la que se casó es insoportable.

Lila es molesta cuando canta a todo pulmón éxitos de música pop todo el camino desde San Francisco a Los Cabos, en México; cuando expulsa el refresco y un trozo de carne por la nariz, o cuando deja escapar flatulencias de sonoridad masculina en la intimidad. El proceso de esta degradación, que llega a su clímax cuando vemos a la rubia convertida en una repulsiva ampolla viviente por sus quemaduras en la playa, termina por convencernos de que la mujer es una pesadilla.

Las circunstancias llevan a Eddie hacia Miranda (Michelle Monaghan), sexy contraparte al fenómeno que se repone de sus pústulas en la habitación del hotel, y de la cual se enamora.

En ausencia de escenas que podrían ser más vergonzosas para mostrar por qué Lila es en realidad una mujer horrible, los diálogos explican episodios bochornosos: por ella sabemos que su entrepierna es bastante mullidita (lo dice mientras está comiendo con su marido) o que el empleado del hotel le colocó su virilidad en la mano cuando le llevó el desayuno a la habitación.

Es claro que este tipo de humor transgrede el buen gusto, sin embargo, no dura todo el tiempo. Los chispazos gráficos o léxicos son insuficientes para darle un ritmo constante a la película. Las secuencias graciosas que corresponden al idilio amoroso entre Eddie y Miranda suelen ser bastante flojas y alargan innecesariamente la trama.

Una condición para disfrutar de esta película es tolerar algunas simplezas, los chistes sobre el folclor mexicano y las bromas sexuales. También es conveniente no haber visto una supuesta versión original de 1972.

 
 
 
       

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