Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
David Gordon (John Cusack) es un exitoso escritor de ciencia ficción que aún vive el doloroso duelo por su esposa recientemente muerta, pero que ha empezado a considerar la adopción de un niño. A pesar de las opiniones en contrario, David logra la autorización para pasar un periodo de prueba con Dennis (Bobby Coleman), un pequeño perturbado que asegura ser de Marte, que pasa el día entero metido en una enorme caja de mercancía de Amazon.com y que cree que el contacto con la luz del sol podría quemarlo.
Lo cierto es que cuando David consigue finalmente que el niño abandone la caja, la cinta deja de tener algo qué ofrecer. A partir de ese momento toda la historia gira alrededor de la difícil interacción entre ambos, pero con un marcado interés —hasta el punto de volverse redundante— en mostrar a ambos personajes como seres solos que fallan una y otra vez al intentar conectarse emocionalmente.
La intención de Nadie te quiere más que yo es telegrafiada desde los primeros minutos. Menno Meyjes y sus guionistas buscan hacer llorar. Sin embargo, la ínsipida interpretación del pequeño actor y la poca convicción de Cusack difícilmente dejan ver alguna emoción medianamente genuina. Lo que pretende ser un relato de intensidad emocional, es en realidad un frío e irrelevante largometraje con algunas valiosas, pero aisladas escenas (como la de la muerte del perro, la única que realmente logró conectar conmigo en lo personal).
Desgraciadamente, aunque la cinta está basada en una novela de David Gerrold, sobre su propia experiencia al adoptar a un niño, resulta increíble que el director descarte intentar algo nuevo y simplemente elija ser el espejo de una mejor película como K-Pax (Iain Softley, 2001), en la que Kevin Spacey jugaba tan eficazmente su papel de loco que llevaba a pensar si de verdad su pretención de ser un visitante de otro planeta era sólo una fantasía. El personaje aquí está muy pobremente desarrollado como para crear una impresión más allá de la de un niño con problemas psicológicos.
La ilusión de ser habitante de otro planeta como un escape a un evento traumático, la excentricidad de un niño que usa un cinturón con peso para compensar la gravedad de la Tierra, podían haber sido motivo de una mejor historia. Nadie te quiere más que yo carece de encanto, así de simple. |