LOS NIÑOS DE CHINA

DIRECCIÓN: Roger Spottiswoode
TÍTULO ORIGINAL: The Children of Huang Shi (2008)
PAÍS: Australia, China, Alemania, Estados Unidos
GUION: James MacManus, Jane Hawksley, Simon van der Borgh
FOTOGRAFÍA: Xiaoding Zhao
MÚSICA: David Hirschfelder
DURACIÓN: 125 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Los niños de China es una cinta bienintencionada que cuenta de manera ortodoxa la cruzada heroica del periodista británico George Hogg, quien en los años treinta, durante la ocupación japonesa en China, tomó a su cargo a sesenta niños de un orfanato en Huang Shi para llevarlos lejos del conflicto bélico, en una jornada de cuatro meses a través de terrenos poco amigables y a merced de climas extremosos.

A pesar de ofrecer una visión idealizada de las desventuras de una guerra, la película conducida por Roger Spottiswoode (El sexto día, El mañana nunca muere) se siente falta de calidez. El desarrollo resulta monótono en un grado tal que queda la sensación de estar ante un trabajo casi totalmente anticlimático. Si los personajes no logran conectar emotivamente se debe más que nada al deficiente retrato del dolor que el director nos entrega, en contraste con un desbordado estoicismo que exhibe una parte de sus personajes.

El personaje de George Hogg (Jonathan Rhys Meyers), equiparable con otras figuras llevadas antes al cine como Oskar Schindler o Paul Rusesabagina, no logra sin embargo llenar la pantalla. La insuficiencia del guion para mostrar una personalidad más rica, obliga a incluir un personaje femenino, Lee Pearson (Radha Mitchell), que juegue el papel que se espera de ella, es decir, el de compañía romántica del protagonista, aunque ni siquiera tenga correspondencia con la realidad histórica. Y es que como bien se dice por ahí, qué sería de algunos directores si los hechos reales no inspiraran la ficción.

La pareja en cuestión no asimila la cultura china; se mantiene distante como misión internacional de ayuda, pero con el ropaje de abnegación de quien de antemano conoce el lugar que le aguarda en la historia. Ni él ni ella exhiben defectos, de modo que es imposible encontrar el pathos que los mueve internamente. Su labor es superar el recelo de los huérfanos más rebeldes, a quienes previsiblemente terminarán convirtiendo en sus aliados más comprometidos, y hacer lo imposible para llevarles alimento y medicinas aunque ello signifique realizar tratos con traficantes de opio. No se quejan, no maldicen la adversidad, no se doblan; son seres planos y aburridos, pero con una integridad a toda prueba.

Al final, nada se sale del catálogo de recursos de las épicas. Ahí está puntualmente cada elemento para conmover al público, desde el integrante del grupo que resulta sacrificado para que los demás crezcan de la pérdida, como el romance de la atractiva pareja occidental. Lo que finalmente parece inentendible de Los niños de China es poner un relato de mayor calado sobre la mesa para terminar decantándose por una historia de amor insípida.

 
 
 
 
       

CANAL RSS
YOUTUBE
CONTÁCTANOS


DISTRITO CINE. Los contenidos de este sitio están sujetos a una licencia Creative Commons 2.5, con excepción del material (fotos, imágenes, videos) procedente de terceros.