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Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Una película que no arriesga absolutamente nada, que no propone, que no intenta algo (lo que sea) diferente; Nueva en la ciudad no es más que una colección de clichés sacados de otras películas y la evidencia de que los productores a cargo no sólo consideran la comedia como un género menor, sino que están convencidos de que se pueden repetir las mismas situaciones una y otra vez y que basta con cambiar al elenco para que la gente no lo note.
Lucy Hill (Renée Zellweger) es una exitosa mujer, empleada en una importante firma de alimentos en Miami, con una vida resuelta, rodeada de comodidades, estatus y glamour, hasta que los altos ejecutivos del corporativo deciden asignarle la responsabilidad de encargarse de la renovación y automatización de una de sus plantas en el lejano y frío estado de Minnesota, lo que implicaría eventualmente cortar el 50% de las plazas laborales.
Predecible y a estas alturas insípida por la enorme cantidad de ocasiones que se ha repétido la fórmula, Lucy se encontrará con un estilo de vida comunitario y apacible, lejos de la sofisticación de la ciudad, de modo que uno de los ejes de la película girará en torno a su adaptación al lugar, las buenas acciones que le ganarán la aceptación de los pobladores hostiles que la ven como una extraña y, por supuesto, la asimilación de ella a los valores de la gente sencilla que la harán renunciar a su proyecto profesional y dar la espalda a la avidez capitalista de sus patrones.
El cuadro no estaría completo sin otro cliché; es decir, la aparición, digamos, de Ted Mitchell (Harry Connick, Jr.), un hombre tosco y grosero, que resulta ser representante del sindicato y quien, a lo largo del filme le mostrará a la heroína que detrás de su barba y sus malos modales hay un sensible y atractivo viudo, padre de una adolescente.
Es probable que Reese Witherspoon, Sandra Bullock o Kate Hudson hayan hecho la misma película antes; puede que uno o todos los ingredientes de la historia estuvieran presentes. Lo cierto es que actualizar la misma premisa o adaptarla a contextos geográficos diferentes no es hacer una nueva película; es menospreciar al público. |
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