Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Fallida cinta de suspenso con tintes sobrenaturales, destacable acaso por su buen trabajo de fotografía y el entorno opresivo que alcanza a dibujar, Los ojos de Julia tiene en su contra un guion predecible en su segunda mitad, debido en mucho a su enorme parecido con la larga lista de filmes que forman parte de la tradición de psicópatas americanos.

En esta historia, la Julia del título (Belén Rueda) recibe la noticia de la muerte de su hermana gemela Sara, víctima de una enfermedad degenerativa que después de dejarla ciega, parece haberla empujado al suicidio. La protagonista sospecha, sin embargo, que su hermana ha sido asesinada, así que decide iniciar una investigación en solitario para encontrar al responsable, mientras su propia vista se va deteriorando.

Sentenciosa en diversos tramos, arbitraria en no pocas de las premisas en las cuales se sostiene el relato, el trabajo de Guillem Morales conserva durante al menos media hora cierta ambigüedad sobre la naturaleza del monstruo que ronda la escena y cuya presencia nadie advierte, excepto Julia.

Una vez revelada la cara del mal y resuelto el real alcance de lo paranormal en la trama, el filme escala en violencia y gana en ritmo, pero también exhibe la creación alevosa de escenas para timar, que no para confundir la percepción del espectador con un juego de ingenio o prestifigitación, lo cual hubiese sido más leal.

Lograda sobre todo en los aspectos técnicos y con un cuadro de actores competente, pero desigual en su registro, Los ojos de Julia resulta un trabajo menor en comparación con El orfanato, también producida por Guillermo del Toro que unía, sin dejar tantas costuras visibles, lo real y lo fantástico, explotando de manera mucho más eficiente el miedo a lo desconocido.