Héctor Campio López | @campiolopez

Consolidado como un director respetado, Guillermo del Toro puede ya permitirse colocar su rúbrica en las películas que le son afines y con ello apoyar su lanzamiento. Su nombre sirve así como la carta de presentación de la cinta española de horror y suspenso El orfanato, del director Antonio Bayona.

Aun para quienes no disfrutan del género de horror, se trata de una bien lograda historia que mantiene la tensión del espectador desde el principio. Sin hacer ostentosos despliegues de cadáveres cianóticos o chisporroteantes orgías de sangre, el director mantiene con cada escena la expectativa de un misterio sobrenatural, de algo atemorizante y oculto que sólo espera el mejor momento para saltar a la luz.

Se trata de una historia de fantasmas que coloca al espectador en los zapatos de la protagonista. Ver con sus ojos, acompañarla en su búsqueda, descifrar los acertijos y entender sus claves, percibir su tránsito del escepticismo a la credulidad de lo paranormal le da sentido a una narración que une lo fantástico y lo real.

Laura, interpretada por la española Belén Rueda (que algunos recordarán como Julia, de Mar adentro), es una mujer adulta que pasó su infancia en una casa de huérfanos. Ha regresado a ese lugar, casada y con un hijo para comprar el orfanato y convertirlo en un hogar para niños discapacitados.

Su hijo Simón (Roger Princep) es una de esas criaturas con amigos imaginarios y a cuyas fantasías no suelen prestar mayor atención los padres. Así es que, a partir de sus alucinaciones fantasmales, se desata una historia que tiene como desenlace en una doble tragedia. Cabe resaltar la presencia de una de esas amistades fantasmagóricas: un niño cuya cabeza está envuelta por un costal pintado con una carita de espantapájaros y que resulta atemorizante como simpático.

A lo largo de la película se perciben ambientaciones lúgubres. La oscuridad en algunas secuencias, así como el ruido ocasional de ruidos extraños, acentúa la tensión especialmente cuando la protagonista se enfrenta a sus propios miedos.

Sin ser tan eficaz como El laberinto del fauno, El orfanato permite dos lecturas para la película, una de ellas basada en lo puramente racional y otra sentada en la posibilidad de otros mundos más allá de nosotros.